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AMLO, recuento de un sexenio: 'Con el pueblo todo, sin el pueblo, nada'

Escuchar al pueblo fue uno de los hitos del sexenio de AMLO y marca una ruta crítica a sus sucesores en busca de la Cuarta Transformación.

Andrés Manuel López Obrador marcó un estilo personal de gobernar: la cercanía al pueblo. Créditos: Rocío Martínez/ Grupo Fórmula
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Andrés Manuel López Obrador concluye este lunes su mandato presidencial y con ello su vida de más de 40 años como político, pero su personalísimo estilo de gobernar es ya un punto de inflexión entre los mexicanos y al igual que su proyecto de nación, busca seguir vivo en el ideario como el catalizador de una "nueva forma" de hacer política donde convergen las viejas recetas para lograr el bienestar, pero hay un ánimo renovado en escuchar y hacer justicia para todos y hasta donde tope. 

El zócalo de la CDMX, la plaza pública de AMLO. Foto: Reuters.

'Con el pueblo, todo, sin el pueblo, nada' es una de las frases que pueden definir la ruta que siguió la política de López Obrador antes y durante su administración pues fue a través de consultas, algunas improvisadas y carentes de marco jurídico para su vinculación, sus conferencias matutinas o sus apasionados discursos en la plaza pública, en la que sustentó gran parte de sus decisiones como jefe de Estado: la más llana democracia. 

"El pueblo de México es amoroso, amoroso, es el mejor pueblo del mundo nuestro pueblo. A lo jóvenes les digo que siempre le tengan mucho amor al pueblo y que si no alcanzan a tenerle amor al pueblo, que cuando menos lo respeten, que no lo ofendan, que no lo ninguneen", dijo el mandatario federal durante su última rueda de prensa desde Palacio Nacional el pasado 27 de septiembre. 

Según analistas, esta forma de ejercer gobierno trajo aciertos como el manejo de la política económica y el respeto a la autonomía del Banco de México (Banxico) y a su política monetaria, y que han tenido gran impulso por el nearshoring tras la pandemia de COVID, además del aumento al salario mínimo, la reforma al sistema de pensiones o la no imposición de más impuestos. 

"López Obrador sí es el presidente con la visión más amplia de lo que significa vivir en democracia. Nos gusten o no los métodos como el de la mano alzada en la plaza pública o las consultas, él ha querido que la sociedad se involucre activamente en las decisiones de gobierno y lo ha logrado con relativo éxito, pero esta virtud también nos llevará a recorrer caminos que ya han sido probados por otras democracias y que han arrojado resultados cuestionables y a la postre muy negativos", comentó Ana Fragua, profesora de Ciencias Políticas. 

En ese sentido, la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), la construcción del Tren Maya en la Península de Yucatán o la reciente reforma al Poder Judicial donde jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación serán electos por voto directo, son considerados francos desaciertos de su gobierno. 

"A nivel económico, el impacto de la cancelación del NAIM fue muy negativa porque pese a que se piense que era una obra faraónica, de despilfarro, de corrupción, que pudo existir pero hasta el momento no ha sido comprobada, su componente para el comercio de México era necesaria y urgía.

"Ahora tenemos un sistema de aeropuertos que sigue tratando de cuajar, con un AIFA que genera más incertidumbre por su rentabilidad y un Tren Maya que quién sabe si justificará, a largo plazo, los tantos recursos que se le han invertido", consideró Alfonso Arispe, analista económico, en entrevista con Radio Fórmula digital. 

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En consideración de los expertos, la particular expresión de gobierno de López Obrador también ha derivado en claros fracasos como la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) que buscaba garantizar el acceso universal a la salud de manera gratuita y que al final no resultó o como en el combate a las organizaciones del crimen y la violencia que generan en diversos estados como Sinaloa, Michoacán, Guerrero, entre otros. 

"Las cifras que son reflejo de su plan de acción contra la delincuencia ahí están a ojos de todos, 200 mil muertos en seis años es un fracaso por más que se busque un indicador favorable para revertir la cruda realidad de los números", sentenció Oscar Pastén, especialista en seguridad privada. 

Se prevé que el sexenio lopezobradorista concluya con poco menos de 200 mil muertos, es decir, alrededor de 92 homicidios dolosos diarios bajo la estrategia de combatir las causas sociales que originan la violencia: 'Abrazos, no balazos'. 

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Pese a estos claroscuros, López Obrador cierra de manera histórica su administración por diversas causas y que encuentran cause en el hecho más llamativo que se registró el pasado 2 de junio: el respaldo mayoritario de los electores, con más de 35 millones de votos, a su concepción de nación y que seguirá de la mano de Claudia Sheinbaum Pardo, y con ello la erradicación de la escena pública de la política convencional representada en los agónicos PAN y PRI y en el hoy extinto PRD. 

El trato directo: 'Amor con amor se paga'

En 2020, cuando apenas se rompía la inercia del nuevo gobierno, ya se había echado a andar el programa prioritario de caminos rurales en Oaxaca, gobernado por el entonces priista Alejandro Murat.

Este plan consistía en bajar recursos federales del incipiente combate a la corrupción y los ahorros por la supresión de prebendas y lujos en el gobierno, para la construcción de caminos de manera artesanal que comunicaran a las poblaciones más alejadas con sus cabeceras municipales, con el apoyo de las propias comunidades beneficiadas. 

En ese marco, el presidente Andrés Manuel López Obrador se enclavó en la montaña para visitar e inaugurar uno de los primeros cinco caminos rurales de este proyecto.

Ahí, en el azote de la lluvia, la neblina y la agobiante humedad, la comunidad de Santo Domingo Xagacía, uno de los 570 municipios que tiene Oaxaca, se apresuró a recibir al mandatario federal y su comitiva. Los adultos, que parecían niños, se avalanzaron al presidente, le pedían fotos, unas palabras. 

Algunos le regalaban cosas, jorongos, mezcal, sobreros con flores, bastones de mando, incluso pericos y guajolotes, lo único que poseían, se lo ofrendaban. Algunos, los más viejos, no cabían en su asombro pues sabían de la importancia de los presidentes de México y creían que él era el único en haber atravesado los cielos en aves de oro para irlos a ver. 

Entre esa multitud, me tocó ver a una niña y su padre. Él estaba visiblemente conmovido y su pequeña hija, más con una expresión de desconcierto ante la algarabía alrededor de la "cabecita de algodón", como algunos pobladores, en confianza, se atrevían a llamarle. 

Cuando tuvo la oportunidad, el hombre puso a su hija al lado de López Obrador, quien pronto la sostuvo entre sus brazos.

"Sonrié, nunca veremos a otro presidente como él, que venga hasta acá a vernos", se apresuró a insistirle el hombre a la niña lo que provocó risa entre el mandatario federal quien la besó en la mejilla.

“En lo privado, es un hombre más bien taciturno, reflexivo, sumergido en sus pensamientos. Sin embargo, en público, ante las masas, se transforma: se vuelve suelto, enérgico, vibrante, y despliega toda la fuerza de su carisma”, recoge el periodista Zedryk Raziel en una entrevista a uno de los colaboradores más controvertidos de López Obrador, René Bejarano para el periódico El País. 

En buena parte de su gobierno, el tabasqueño solía recorrer el país en vuelos comerciales y por tierra donde era detenido por pobladores quienes deseaban verlo, hacerle peticiones presupuestales o felicitarlo por su gestión. Lo mismo se acercaba a saludar a María Consuelo Loera López, la madre de Joaquín "El Chapo" Guzmán, hasta el poblador más pobre de las montañas de Badiraguato o Chihuahua. 

'Me canso ganso'

Quizá sea este gesto, el de ir a pie hasta la montaña y "despojarse de su investidura" y al que le acompañaron múltiples expresiones similares, las que hayan marcado el personalísimo estilo de gobernar de Andrés Manuel López Obrador como presidente de la República: la de la cercanía, casi en exclusiva, con la gente, con el pueblo. 

Y también explica, en parte, su desdén por algunos medios de comunicación y que pese a que tenía "diálogos circulares" con ellos diariamente, nunca fueron de su total agrado al percibir que formaban parte de una élite que durante los años en los que la oposición gobernó el país callaron ante los abusos y saqueos de la riqueza nacional. 

Es por ello, que el tabasqueño siempre privilegió el contacto directo con sus gobernados, informarles de manera personal su proyecto y avances. En cada acto de gobierno al interior del país, López Obrador era capaz de encender a las multitudes, eregir "jurados exprés" o realizar "consultas vinculantes" de cualquier tema que considerara importante para las comunidades o el país. 

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Con un discurso, más parecido al de un predicador del evangelio, el jefe del Ejecutivo federal pretendía "abrirle los ojos" a sus gobernados sobre lo que él ha considerado son las consecuencias que viven los mexicanos por los saqueos de la era neoliberal y su élite, encabezada por Carlos Salinas de Gortari. 

Lo mismo para prometer el mejor sistema de salud, hasta dar mayores recursos a los jóvenes para que sigan estudiando, bajar la incidencia delictiva, bajar los precios de la energía y gasolina, esta fue una de sus frases más emblemáticas que describen su forma de hacer política. 

El trato directo: 'No primo hermano, eso se acabó'

Y la muestra no pareciera estar sólo en la foto, sino en la forma en que en adelante se administraron los recursos: el enfoque cambió por el de la entrega directa y la gestión de grupos comunitarios del presupuesto para diversas obras sin la participación de intermediarios como sindicatos, organizaciones políticas o civiles. 

Esta es, quizá, una de sus frases que más se popularizó al inicio de su mandato en sus giras de trabajo para asegurar que erradicaría la corrupción y devolvería a los mexicanos lo "saqueado". 

De ahí que el eje de su proyecto político se haya centrado en la aplicación y elevación a rango constitucional de diversos apoyos y programas sociales como las pensiones a adultos mayores, personas con discapacidad, estudiantes de todos los niveles, mantenimiento de escuelas y el acceso universal y gratuito a los servicios de salud. 

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No obstante, también dispersó recursos en atender a poblaciones productivas en marginación a través de creditos gubernamentales con el único garante que el de la palabra como Sembrado Vida que con un apoyo mensual directo, que este año es de poco más de 6 mil pesos, se busca que el país sea reforestado con árboles frutales y maderables en 24 estados del país. 

De acuerdo con datos de la Secretaría del Bienestar, entre 2019 y 2020 este programa ha recibido recursos por más de 43 mil millones de pesos siendo 2024 el de mayor asignación con 38 mil 928 millones de pesos.

Sin embargo también la política de "justicia social" tiene otras verticales como los programas Jóvenes Construyendo el Futuro, recursos enfocados para agricultores y ganaderos así como el establecimiento de precios de garantía y apoyos gratuitos mediante la entrega de fertilizantes para estimular al campo. 

Para el programa de caminos rurales artesanales, en Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Nayarit, Durango, Chihuahua y Sonora, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) ha invertido 18 mil 922 millones de pesos. 

No obstante, temas recurrentes como la inflación, las implicaciones del Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) así como la irrupción de la pandemia de COVID han puesto más dudas sobre su verdadera efectividad en uno de sus ejes que es el combate a la pobreza y el medio ambiente. 

"Por lo general, los programas de transferencias directas de subsidios tienen el riesgo de generar patrones de consumo en los beneficiarios que no contribuyen a mejorar la estructura de las condiciones de vida ni a evitar la reproducción de la pobreza, así como a desvincularse de aspectos productivos", alertó el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (CeIBA). 

Andrés Manuel López Obrador ha llegado al final de su mandato y con ello su historia como líder de la izquierda mexicana que emana de un México profundo pobre y despojado, desconocido para unos pero vivido por una gran mayoría, y que logró ser presidente como resultado de más de cuatro décadas de trabajo político a ras de piso y que hoy se erige como el artífice de un nuevo método de la cosa pública.