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TALAMONTES S.A. DE C.V.

¿A dónde va la madera de la tala ilegal? A tu mesa, escritorio y al extranjero

La madera que se obtiene con los árboles que se cortan del Bosque de Agua de manera ilegal termina en mueblerías, varias en la CDMX. Por lo que cualquier persona, incluyéndote, podría tener una sala o su comedor hecho de esta forma sin saberlo.

La mayor parte de la madera que se obtiene a través de la tala ilegal se usa en la industria de la construcción y para elaborar muebles.Créditos: Juan Carlos García/Grupo Fórmula.
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El aroma a pino se extiende desde la entrada. Mesas, sillas, camas, salas, comedores, bancos, todo cuanto se pueda fabricar de esta madera se ofrece en el mercado de Muebles y Artesanías Vasco de Quiroga, en la alcaldía Tlalpan, con más locales que clientes.

La mayoría de los muebles que se comercializan en este lugar son de pino, un árbol que crece abundantemente en México. De acuerdo con la UNAM, se calcula que existen más de 100 especies en el mundo; la mitad de ellos está en nuestro país. 

No es casualidad que, el pino, presente en el Bosque de Agua, y que a diario es explotado ilegalmente por los taladores, tenga una amplia presencia en este mercado. 

Un comprador común apenas notaría la diferencia de las calidades de la madera con la que se arman los muebles. 

“Por lo regular, la mayoría trabajan madera de pino. Ahorita se vino la modalidad de usar la madera de parota. El pino es más barato; es una madera de baja calidad”, explica Clara Rosas Cruz, una trabajadora con 45 años de experiencia en el negocio.

Por lo barata que resulta la madera de pino, son pocos los locatarios de este mercado que ofrecen muebles hechos con maderas preciosas como la caoba. Aquí tampoco trabajan con árboles como el oyamel debido a que su olor es similar al de las heces de un bebé, narran los vendedores. 

Incluso, los muebles que se comercializan en algunas esquinas de la Ciudad de México son de pino, según la propia Clara Rosas.

Pero de esa zona, no provienen las maderas con las que se arman mesas, escritorios o libreros que están en muchas casas de la capital. La mayoría vienen de la comunidad de San Pedro Tultepec, en Lerma, que es considerada la capital del mueble y está a unos 60 kilómetros de Toluca, en el Estado de México. 

Desde ahí los transportan al sur de la Ciudad de México donde tienen permisos de la propia alcaldía Tlalpan para venderlos en el Crea –nombre con el que se le conoce a este mercado– con casi 50 años de antigüedad y más de 134 locales.

“Luego sí llegan clientes y a mí me preguntan: ‘oiga señora y ustedes ¿tienen permiso para que corten maderas? ¿apoco tienen permiso para cortar los árboles?’; yo la verdad no podría decirles si los locatarios piden un permiso. Nunca supe. Lo que se da es la garantía del trabajo” asegura Clara.

Pero estas preguntas no se escuchan a menudo entre los compradores del mercado de muebles de San Pedro Tultepec. Desde la entrada del ayuntamiento hasta el auditorio municipal, centenares de muebles de diferentes tamaños, calidades y diseños se ofrecen para todos los presupuestos.

“Por ver no se cobra, güerita”; “pásele, “pregunte sin compromiso”, son algunas arengas de los muebleros que compiten por la atención y, quizá, convertir al curioso en un potencial cliente.

Y aunque la vida de esta gente está enfocada en la venta de muebles, son pocos los comerciantes conscientes de dos cosas: cada vez es más difícil sobrevivir en este oficio y el medio ambiente está en riesgo.

Esto pese a que en 2022, el intercambio comercial total de muebles de madera en México, incluyendo compras y ventas internacionales, fue de 733 millones de dólares, y sólo de ventas fueron 582 millones de dólares, cuyos principales compradores fueron Estados Unidos, Canadá, Chile, Panamá y Singapur, de acuerdo con la Secretaría de Economía.

“Por lo regular siempre se maneja más lo que es madera de pino, y también trabajamos el MDF y laminados ¿por qué? Porque ahorita en el medio ambiente, en la naturaleza ya no hay mucha madera”, cuenta la vendedora María de la Paz Suárez Pérez.

No es para menos. Datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) arrojan que al concluir el 2021 se determinó que existen 122 zonas críticas forestales en 20 estados.

Esto se debe a una serie de factores entre ellos “la tala clandestina, lavado de madera, extracción de madera sana, sobreexplotación de los recursos forestales, incumplimiento de programas de manejo, cambio de uso de suelo, incendios forestales provocados y delincuencia organizada”, menciona el documento publicado en julio de 2022.

Las acciones para mitigar a talamontes son diversas, entre ellas la clausura de madererías y aserraderos en las zonas aledañas a los bosques donde se reportan importantes pérdidas de bosque diariamente.

Martí Batres, jefe de Gobierno de la Ciudad de México, se jactaba de cerrar 18 madererías y desmantelar 28 aserraderos clandestinos en las alcaldías Milpa Alta y Tlalpan en julio de este año, sin embargo, poco les importa a los camiones de tres y media toneladas quienes desfilan con troncos a plena luz del día.

“No somos talamontes”

Una fila de autos inicia sobre Insurgentes Sur a la altura de la estación de Ciudad de los Deportes, en la alcaldía Benito Juárez. Pero esto no se debe al tráfico, un accidente o algún patrullero de tránsito inexperto. En el cruce con el Eje 6 un cúmulo de personas con playeras blancas reclaman al gobierno por cerrar sus aserraderos.

Esa es una de varias manifestaciones que han ocurrido entre septiembre y octubre para denunciar las acciones del gobierno que, a su juicio, actuaron de forma indiscriminada y clausuraron establecimientos afiliados a la Cámara Nacional de la Industria Maderera (Canainma).

“Nosotros terminantemente estamos en contra de la tala ilegal y aplaudimos el esfuerzo que ha tenido este gobierno, así que desconocemos por qué nos han clausurado aunque sabemos que es por acciones contra la tala ilegal” asegura Carlos Iván López, presidente de la Canainma.

Sin embargo, aseguran que el 70 por ciento de la madera comerciada por los agremiados es importada desde China, Estados Unidos y de países de Sudamérica .El 30 por ciento restante viene de Michoacán y Durango.

Madera que no viene marcada y cuya única prueba de demostrar que fue obtenida de manera legal y con permisos es a través del Código de Identificación Forestal que se entrega de manera electrónica.

“A lo mejor nosotros debimos presionar más para tener un mayor control en los sellos, aunque actualmente se trabaja en conjunto en el embalaje para poner un código para tener certeza de que la madera fue obtenida de manera legal” explica Iván López.

Para saber más sobre la tala ilegal te invitamos a leer la investigación especial Talamontes S.A. de C.V. Crimen organizado, mueblerías y constructoras devoran el Bosque de Agua.