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Estamos al aire. El crudo relato de Grupo Fórmula en Acapulco

Grupo Fórmula está hecho por personas invencibles. Seguimos y seguiremos ayudando a quienes lo necesitan, a nuestras y nuestros compañeros y, por supuesto, informando a todo México.

Grupo Fórmula está hecho por personas invencibles. Seguimos y seguiremos ayudando a quienes lo necesitan, a nuestras y nuestros compañeros y, por supuesto, informando a todo México.Créditos: Grupo Formula
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Estamos al aire

“Marco, cuídense mucho, resguárdense.  Marco me dijo: así lo haremos”

martes 24 de octubre de 20123 23:15 horas.

esa fue la última comunicación que tuve con nuestro Director General y Corresponsal de Radio Fórmula Guerrero hasta el jueves 26 cuando volvimos a saber de él a las 12:30 horas.

Acapulco calló. El estruendo se había ido, la falta de energía silenció por completo a una ciudad llena de vida, de música, de folklor. Solo las olas, ya disminuidas para las primeras horas de la mañana, se escuchaban en la bahía y en la costa.

En las crónicas de guerra de nuestros tiempos; Israel, Croacia, se cuenta la destrucción de ciertas zonas. Para Acapulco fue total, una especie de bomba de viento que terminó con una ciudad completa.

México quedó incomunicado con el puerto y, sus habitantes, con el país.

En el mundo de hoy, cuando damos por hecho la comunicación a distancia en cualquiera de sus formas; telefonía, radiodifusión, televisión y en línea, todo desapareció en un santiamén.  Nada, absolutamente nada.

El jueves por la mañana, un grupo de ingenieros y reporteros de Grupo Fórmula salió equipado con sistemas de última generación, víveres y la incertidumbre de lo que encontrarían. Estarían reuniéndose en algún punto con nuestro primer reportero y camarógrafo que partieron el martes por la noche.

Pasaron largas horas que se sintieron días cuando, por fin, un enlace satelital nos revelaron el estado de las cosas.

Nuestra planta transmisora para las estaciones 105. 1 y 96.1 de FM había quedado destruida.  La torre de transmisión cayó y calló la señal. Nuestros estudios, arrancados, desgarrados.

“¿Qué hay de Marco y nuestros compañeros?” preguntábamos,

“¿qué saben de ellos?”

“Nada, hasta el momento señor”.

Llegó la noche del miércoles, ingenieros y reporteros se encontraron con una oscuridad profunda, en un silencio solo interrumpido por el oleaje. Sus vehículos se convirtieron en el mejor dormitorio, el único.

El jueves por la mañana, gracias a los equipos de comunicación satelital y una planta de energía, pudimos ir conociendo más de lo que este gigante de viento y destrucción había dejado a su paso.

Nada de Marco y nuestros compañeros.

En las oficinas de Grupo Fórmula en la Ciudad de México, los equipos se dividían, unos para informar, otros para ayudar.

Fue hasta las 12:30 de ese día que llegó la llamada esperada. Aguileta -como cordialmente le llamamos-, logró encontrar señal en lo alto de la colonia Renacimiento en Acapulco. Estaba bien. Esa fue la primera llamada de aliento, de esperanza.

Al aire, narró para Joaquín López Dóriga lo sucedido, lo vivido. Una de las mejores crónicas periodísticas que se haya escuchado en Grupo Fórmula.

En las horas siguientes, se conformó un tercer grupo de ayuda que saldría el viernes por la mañana.

Comenzaron a reportarnos el buen estado de otros compañeros de Radio Fórmula Guerrero.

El trabajo imparable de nuestros ingenieros, viajes por víveres y combustible a Chilpancingo y los despachos en vivo de nuestros reporteros y camarógrafos alentaban a los mil colaboradores de Grupo Fórmula.

El sábado se sumaría a este equipo en Acapulco, Juan Pablo Pérez-Díaz para lograr transmitir en vivo desde nuestros estudios -precariamente habilitados- una señal que nos ha llenado de entusiasmo y una esperanza renovada. Estábamos AL AIRE para todo el país, no obstante que, en Acapulco, todavía trabajamos en reestablecer nuestra transmisión de radio FM.

Seguiremos adelante, pero, sobre todo, en la búsqueda de nuestros compañeros con quienes, al escribir este texto, todavía no tenemos contacto y de quienes no tenemos noticias.

"Estoy seguro de que están bien, ahora que regrese la telefonía podremos encontrarlos”, me dijo Marco el sábado por la noche.