El homicidio de dos curas jesuitas y un guía turístico ocurrido hace casi dos meses en la Sierra Tarahumara, es una 'oportunidad' para que el gobierno federal y estatal le ponga atención al problema de inseguridad que ha afectado por años a la región, así lo manifestaron Héctor Martínez, Vicario General de la Diócesis de la Tarahumara, y Ricardo Palma, hijo del guía asesinado.
El pasado 20 de junio fueron asesinados en Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, el guía Pedro Eliodoro Palma y los sacerdotes Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar en el interior de una parroquia.
José Noriel Portillo, conocido como "El Chueco", es el hombre identificado como responsable de estos homicidios y quien, además, habría perdonado la vida de otro jesuita, el padre Jesús Reyes, con quien estableció un dialogo por una hora en el patio interior de la casa parroquial.
Al respecto, Ricardo Palma Carbajal, médico cardiólogo e hijo de Pedro Eliodoro Palma, manifestó en entrevista con Joaquín López-Dóriga para Grupo Fórmula que este evento los tiene con el alma destrozada a él y a su familia, no obstante, señaló que lo peor fue que tuviera que ocurrir este homicidio para que el gobierno pusiera el foco en la Sierra Tarahumara.
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"Lo que más lamentamos es que tuvieran que perder la vida los padres y mi papá dentro de una iglesia para que la atención tanto de gobierno federal como de gobierno estatal giraran hacia la tierra Tarahumara y que se realizara lo que actualmente las autoridades definen como uno de los operativos más grandes que se han llevado a cabo", recalcó Ricardo Palma.
Subrayó que el problema de inseguridad no es de apenas, es una situación que aqueja a la Sierra desde hace ya muchísimos años, "el gobierno y la sociedad tenemos poca memoria, y con tanta violencia estamos también desensibilizados", lamentó.
Por su parte, el padre Héctor Fernando Martínez Espinosa, Vicario General de la Diócesis de la Tarahumara, enfatizó que la Sierra Tarahumara está abandonada por el gobierno federal y nunca ha sido considerada para invertir en seguridad ni en mejorar las condiciones de vida de las personas que ahí habitan.
"Nunca ha sido una prioridad para ningún gobierno del estado, porque no hay un beneficio en torno a los votos, son 300 mil habitantes en la Sierra y solo votan la mitad, por lo tanto sienten que hacer aquí alguna infraestructura no es prioridad", explicó el Vicario General.
Admitió que buscan que los asesinatos de los dos jesuitas y del padre de Ricardo Palma no sean en vano, y que el foco de las autoridades en la región ayude a que los pueblos originarios que viven ahí puedan salir de las 'garras' de la delincuencia organizada.
"Nuestro objetivo no es la detención de “El Chueco”, lo que queremos es que no haya más ‘chuecos’ ni en Cerocahui ni en ninguna otra de las comunidades de la Sierra", precisó el padre Héctor Martínez.
Finalmente, el Vicario General de la Diócesis de la Tarahumara pidió que las autoridades no se olviden de ellos y distraigan su atención por lo que sucede en otras regiones del estado de Chihuahua.
"Nos duele mucho lo que pasó en Juárez, pero no queremos que sea un pretexto para volver a descuidar a la Sierra Tarahumara, que se desplace la seguridad de aquí hacia aquel entorno", pidió en entrevista con Joaquín López-Dóriga.
Héctor Martínez, Vicario General de la Diócesis de la Tarahumara, y Ricardo Palma, hijo del guía asesinado, piden que autoridades no se olviden de los homicidios ocurridos el pasado 20 de junio y brinden seguridad a la Sierra Tarahumara que ha sido abandonada por el gobierno federal y estatal.