A cuatro días del asesinato de dos curas jesuitas a manos de un líder del Cártel de Sinaloa en la comunidad de Cerocahui, la Diócesis de la Tarahumara pide al gobierno de Chihuahua que escuche sus propuestas para resolver el problema de inseguridad que impera en la región.
El padre Héctor Fernando Martínez Espinoza, vicario general de la Diócesis de la Tarahumara, hizo un llamado a la gobernadora Maru Campos a que establezca una mesa de diálogo social para reconocer la experiencia de los jesuitas en la zona rarámuri.
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“Podemos ofrecerle mucho al gobierno del estado, especialmente en cuestiones de interculturalidad, que puedan ayudar a regenerar el tejido social”, llamó el padre en entrevista con Joaquín López Dóriga.
Héctor Fernando Martínez consideró que la violencia de la que fueron víctimas los padres jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora es una oportunidad para hacer visible la situación que sufren en la Tarahumara distintos grupos de la población.
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Señaló que la Diócesis ha ofrecido al gobierno estatal una serie de talleres de interculturalidad para que ministerios públicos, abogados, personal médico y funcionarios públicos entiendan al pueblo rarámuri, así como su cultura, lengua y costumbres.
La colaboración de la Diócesis, aseguró el vicario, no será una intermediación, sino un mecanismo para facilitar el encuentro entre el gobierno y las comunidades, que sufren la penetración de grupos criminales en el tejido social y un alza en la violencia.
“Estamos en posibilidad de que tomen en serio a la Diócesis de la Tarahumara, no por protagonismo nuestro, sino por sinceridad con la realidad. A la sinceridad con la realidad se le llama verdad, y la verdad es que no se pueden implementar proyectos de regeneración del tejido social sin tomar en cuenta a nuestra Diócesis, y lo digo con humildad”, aseguró el padre a Grupo Fórmula.
El padre denunció que el tema de la inseguridad en la Tarahumara ya estaba en la agenda desde hace un año, pero que aún se tiene avanzar sobre este tema con el actual gobierno de Chihuahua, situación que se visualizó aún más a partir del asesinatos de los sacerdotes jesuitas en Cerocahui.