La leyenda de la Caja Negra de Majalca se desarrolla en el parque nacional del mismo nombre y es un recordatorio de que nunca se le debe de faltar al respecto a los difuntos.
Al escuchar por primera vez esta historia se tiene la vaga sensación de que se trata de algún guion de una película de Hollywood, pero los habitantes de Chihuahua aseguran que es una historia real.
El tiempo en el que se desarrolla es indeterminado, pero se sabe que es una leyenda urbana moderna que detiene a muchos curiosos a pernoctar en esta área.
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Ninguno quiere encontrarse en medio de la noche con los espectros que, supuestamente, se encuentran perdidos en este sitio, al que se le atribuye estar embrujado.
La razón es que nadie quiere que le suceda algo similar a lo de Luis y sus amigos el día que decidieron acampar en este lugar, y convirtieron un paseo al aire libre en una pesadilla.
¿Dónde está el Parque Nacional Cumbres de Majalca?
El Parque Nacional Cumbres de Majalca es un destino popular entre senderistas y amantes de la naturaleza, pues cuenta con una gran reserva de biodiversidad.
Se trata de un bosque con pastizales y pinos, así como, una gran diversidad de aves silvestres. Se encuentra a 45 kilómetros de la ciudad de Chihuahua.
Tiene una extensión de casi 5 hectáreas y, debido a su flora y fauna, fue decretado como área protegida desde septiembre de 1939.
Uno de sus grandes atractivos son sus formaciones rocosas, que han sido moldeadas de maneras sugerentes que pueden poner a jugar la imaginación de quien las mira en el paisaje.
Quien desee llegar a este lugar, debe viajar hacia el norte por la carretera federal 45, que va de Chihuahua a Ciudad Juárez, y aproximadamente en el kilómetro 31 encontrará la desviación que lo llevará a esta reserva.
¿Qué pasó en el Parque Nacional Cumbres de Majalca?
En una ocasión, un grupo de 5 estudiantes universitarios, que se disponían a emprender una aventura y relajarse al aire libre, se encontraban en una temporada muy ocupada en sus institutos, razón por la que tenían la intención de despejarse.
Así que decidieron partir al Parque Nacional Cumbres de Majalca un sábado por la mañana; emocionados prepararon sus maletas, excepto una joven del grupo de amigos, cuya madre le advertía que era mejor regresar antes del anochecer.
Lo anterior, ya que, según la mujer, este sitio siempre ha tenido la fama de ser el escenario de hechos inexplicables y muy extraños, relacionados con seres que son de otro mundo.
Al encontrarse con sus amigos, la joven le contó a sus amigos la preocupación de su madre, sin embargo, nadie lo tomó en serio, incluso se burlaron de ella.
Ese fue Luis, quien durante todo el viaje actuó como un bromista escéptico con la intención de asustar a sus amigos con aquellos cuentos de fantasmas que la gente relataba sobre el lugar.
Por la noche, pese al temor de la madre de la joven, acamparon y durmieron, no sin antes compartir una sesión de relatos de terror a la luz de una fogata.
Todo parecía ir normal, salvo por Luis quien no dejaba de asustar a sus compañeros. Todo iba bien hasta que se perdieron; tardaron varias horas en encontrar el camino de regreso al campamento.
Para ellos, al parecer, no había problemas en dormir de nuevo bajo las estrellas, sin embargo, la tensión y la urgencia de retirarse se debía a que no querían que sus familias se preocuparan y molestaran por no haber regresado a la hora acordada.
En cuanto pudieron recoger todas sus cosas apresuradamente, subieron al auto, y no tardó mucho cuando, para su mala suerte, uno de los neumáticos se pinchó, dejándolos varados en media carretera y en la plena oscuridad.
Apurados y tensos por la situación, sin herramientas, decidieron reunir un montón de piedras para usarlas como una especie de gato hidráulico, que les permitiera cambiar la llanta por la de refacción.
En esa tarea estaban, cuando Luis encontró debajo de las rocas unas gran caja negra. Emocionado y curioso les habló a sus amigos, nadie quería abrirla, pues no daba confianza, además, tenían prisa por reparar el auto.
Pero Luis, imprudente y muy curioso, abrió la caja y encontró el cadáver putrefacto repleto de joyas de una persona.
Todos fruncían el ceño del asco, pero en Luis brilló la luz de la esperanza. Debía materias en la universidad y no tenía como pagarlas, por lo que el hecho de tomar alguna de esas joyas lo salvaría del apuro.
Sus amigos le advirtieron que lo mejor sería no tocar el cadáver, pero Luis se abalanzó sobre un gran y hermoso anillo que resaltaba entre los huesos de la mano.
Sin embargo, como es natural, el cuerpo estaba rígido, y al forcejear, intentando zafar la joya de su dedo, terminó arrancando la mano del cuerpo inerte.
Sus amigos veían la escena asqueados y desconcertados, pero Luis, estaba feliz y tranquilo, pues ahora tendría en sus manos algo de dinero para sus nuevos planes.
Continuaron con la reparación de la llanta cuando, repentinamente, un auto apareció y se colocó a un lado de ellos, lo conducía una mujer joven, quien les ofreció ayuda.
Todos dijeron que 'sí', y Luis se subió entusiasmado al coche con la idea de irse pronto de aquel lugar y salirse con la suya con el robo de la joya al cadáver.
Sus amigos notaron que al momento en que Luis subió al auto, la conductora lo miró con despreció, como si lo conociera. Fue en ese momento cuando Luis descubrió que la conductora no tenía una mano.
Con ese humor ácido que lo caracterizaba y sin hilar historias, preguntó "¿Qué le pasó a tu mano?", y la mujer gritó, furiosa "¡Tú me la quitaste!".
Se dice que después fue encontrado el cadáver de Luis en la carretera federal 45, luego de morir a consecuencia de un ataque cardiaco.
Nadie sabe qué pasó con el resto de los amigos, aunque algunos sugieren que esta historia trascendió más allá del grupo toda vez que sufrieron mucho tras el incidente, al sentirse perseguidos por el ente por muchos años después de lo ocurrido.