Las mujeres aportan perspectivas únicas, habilidades interpersonales desarrolladas y una notable resiliencia, creando así un ambiente laboral más dinámico y exitoso.
Ha sido comprobado que la diversidad de género en el entorno laboral, ha demostrado generar equipos más creativos, innovadores y eficientes.
Pero no todo ha sido fácil, en algunos casos se tuvo que remar contra corriente, rompiendo estereotipos y luchar contra estigmas que la misma sociedad se ha autoimpuesto, entorpeciendo el paso del género femenino hacia lugares que en su tiempo; solo estuvieron ocupados por varones.
Algunas mujeres incluso, han servido de ejemplo como parteaguas tanto en el entorno laboral como estudiantil y es ahí; donde inicia la historia de un singular personaje que se convirtió en la primer mujer egresada de una carrera profesional, donde normalmente solo hombres cursaban.
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Se trata de María Isabel Hernández Ramos, quien es egresada de la cuarta generación de Ingenieros Industriales, con especialidad de Ingeniería Eléctrica del Instituto Tecnológico de Veracruz, en 1967.
Pero… ¿Por qué la primera mujer?
María Isabel así lo considera, ya que una generación anterior había egresado otra persona del sexo femenino de la institución, pero provenía de otro centro educativo y ella –nuestra protagonista-, ingresó al plantel desde primer año, por lo que se considera hija legítima del hoy Instituto Nacional de México Campus Veracruz.
“Antes de mi salió otra persona, que venía supuestamente del Ilustre Instituto Veracruzano pero se fue cotejando con algunos compañeros de mi generación, en realidad nosotros somos la primera generación de ingenieros industriales que cursaron completamente la carrera, pues las tres generaciones anteriores no fue así, entonces puede decirse que sí, soy la primer mujer ingeniero “hija de la escuela”, egresada de lo que es ahora el Instituto Tecnológico de México Campus Veracruz.”
¿Cómo escogió la carrera, le fue difícil abrirse paso?
Hernández Ramos expresó que el deseo de superarse, fue inspirado por su señor padre a quien consideró un ejemplo a seguir, pese a ser autodidacta.
“La escogí por mi papá, porque mi papá aunque no fue un ingeniero, siempre fue una persona que se auto educó y era un excelente trabajador, muy seguro de sus convicciones sindicalistas y el me transmitió ese amor y yo también, desde pequeña siempre dije que yo no quería ser de las mujeres del montón, yo quería ser algo diferente a lo que normalmente en mi época nos dedicaban las mujeres, o sea maestras de educación preescolar o secretarías, yo decía no; yo aspiró a algo más”.
Para la entonces recién egresada, no fue nada sencillo colocarse en un puesto de trascendencia, tuvo que luchar por obtener uno ante la intolerancia de la época. María Isabel menciona que llegó a una empresa de aluminios para iniciar sus prácticas como pasante de ingeniero y le negaron el acceso.
Posteriormente y gracias a eso, fue postulada en la División Oriente de Xalapa, Veracruz en lo que ahora es la Comisión Federal de Electricidad y ahí, aparte de ejercer su pasantía; debido a su alto desempeño terminó quedándose a trabajar, siendo su fuente de empleo durante toda su vida hasta el día en que se jubiló como supervisora y jefa de departamento.
Su ejemplo sirvió para más mujeres ingresaran a campo laboral y no solo detrás de un escritorio, ella recuerda que al ir a una planta hidroeléctrica de la paraestatal, vio a una mujer con su ropa de trabajo en color caqui y preguntó que hacía ahí, menciona que le dijeron que gracias a ella; más mujeres realizaban sus prácticas profesionales como ingenieros y alcanzaban a colocarse.
“Después de eso, después de usted, un día me voy a una central hidroeléctrica y me encuentro con una mujer, con su ropa de trabajo y le dije ¿y esto?, me dice es otra ingeniero haciendo sus prácticas profesionales y eso es algo que me hace sentir muy orgullosa porque fui la pionera también”.
María Isabel, una inspiración para todas las mujeres
María Isabel recomendó a las nuevas generaciones de mujeres, que pugnan por conseguir escaños o se encuentran deseosas de superarse académicamente, que luchen por sus sueños y hagan lo posible por alcanzarlos para demostrar que el género femenino, es capaz de cooperar con el progreso de nuestro país.
“Pues que luchen, solamente nos van a reconocer cuando no dejemos de luchar y agradecerles la atención y el deseo de demostrar que habemos muchas mujeres con muchas ilusiones, con muchos deseos de ser algo y cooperar con el progreso de nuestro país: México.”
En la actualidad, en el Instituto Tecnológico de Veracruz existe una placa conmemorativa de la generación 1964-1967 conocida como “La Sanguasa”, cuyos integrantes; muchos han partido al viaje sin retorno y otros, todavía buscan reunirse anualmente para convivir, siendo María Isabel Hernández Ramos, la única mujer entre todo el grupo de profesionistas de esa notable clase estudiantil, que tanto ha aportado al desarrollo de nuestro estado y del país.