En la memoria colectiva que todos los mexicanos guardan, queda el registro de algunos héroes que a base méritos, lograron ese rango debido a la valentía de sus actos.
Mismos que provocaron un rumbo determinante en la vida de México y de esos míticos personajes destacan: Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Benito Juárez, Ignacio Allende, así como los controvertidos de aquel Movimiento Revolucionario de 1910
Entre los debatidos, algunos alcanzaron el título de villano como son: Porfirio Díaz, Agustín de Iturbide y Antonio López de Santa Anna.
Y en efecto, a todos estos personajes ni un monumento se les ha levantado, pocas calles llevan sus nombres y más bien; han sido borrados de las páginas de la historia nacional por ostentar, precisamente, esa categoría: La de villanos.
¿Quién fue Antonio López de Santa Anna?
Fue un político y militar de origen veracruzano, su nombre real era Antonio López de Santa Anna y Pérez de Lebrón y nació un 21 de febrero de 1794, en Xalapa de Enríquez, Veracruz.
Fue presidente de México presuntamente en once ocasiones, pero el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, sostiene que solo fueron seis veces, debido a que en las ocasiones que fue electo como titular del cargo, solicitó múltiples licencias para abandonarlo, para luego reincorporarse con la misma constancia.
De Antonio López de Santa Anna poco queda, por no decir que muy poco que nos lo recuerde, pues solo persisten dos edificaciones que perduran ante el inclemente paso del tiempo, una de ellas son las caballerizas que fueron utilizadas como cuartel militar y se ubican, a cuarenta minutos del puerto de Veracruz en la mítica comunidad de La Antigua, del municipio que lleva el mismo nombre y una ex hacienda, ubicada a un costado de la Carretera federal Veracruz-Xalapa 140, en el municipio de Puente Nacional.
Del panteón de Santa Paula, donde fuera sepultada en solemnes exequias su pierna, nada hay; pues fue eliminado cuando se hizo la ampliación del Paseo de la Reforma en su rumbo norte. De su lápida en donde descansan sus restos pocos privilegiados, pocos tienen acceso pues se localiza en el cementerio de la Basílica de Guadalupe en donde –por cierto- se requiere un permiso especial para visitarlo.
Del Himno Nacional, que, originalmente incluía una estrofa dedicada a él, nada hay pues fue anulada, como eliminada quedó la que nos recuerda a Iturbide.
¿Dónde queda ese famoso cuartel militar?
Caminando un kilómetro hacia dentro, viniendo de la autopista Veracruz-Cardel, se encuentra la congregación de La Antigua y es al llegar, que los vestigios de una construcción larga, sin mucho ornamento, quizá de aproximados 50 metros, ya sin techo y en deplorables condiciones, existe una placa alusiva (colocada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia) que menciona al expresidente Santa Anna.
Se trata del cuartel que mandó construir, aunque no hay datos precisos sobre fechas exactas de su edificación, pero si hace alusión que data de finales del siglo XIX.
Algunos conocedores, llegaron a opinar que dicha fortificación data de antes de aquel episodio conocido como Guerra de los Pasteles en donde, enfrentándose a los franceses en Veracruz, pierde la pierna y comienza la historial alterna del general.
Dada su invalidez, entre la tropa y aquellos detractores desprenden los apodos o motes que, forma peyorativa y amén de las condecoraciones militares que colocaba en su pecho, cargaba al mismo tiempo, sobrenombres como el de "quince uñas" o "el mocho".
El olvido en el antiguo cuartel
Lamentablemente por no ser del arraigo popular, el legado del expresidente de gentilicio xalapeño también ha afectado los monumentos y sitios históricos que le preceden, pues en definitiva no ha tenido la misma suerte de los edificios colindantes como lo son: La Casa de Contratación (mal llamada Casa de Cortés), la Ermita del Rosario, la Parroquia del Cristo del Buen Viaje y el Antiguo Edificio del Cabildo, que son restaurados constantemente por las autoridades federales, estatales y municipales.
En cambio; las Caballerizas de Santa Anna cada día se observan más deterioradas y en el olvido, quizá en represalia por el desapruebo en que la historia mantuvo al general veracruzano.
Actualmente están abiertas al público en general, al ingresar; quien así desee hacerlo puede topar con que el tiempo choca con la leyenda, sus paredes están recubiertas por raíces de los árboles que la circundan, sus derruidas paredes albergan episodios de la historia de nuestro México donde Veracruz, fuera parte de la defensa heroica de su territorio, ante la invasión de muchos países que deseaban que el nuestro, formara parte del suyo.
Caso contrario el recinto conocido como la ExHacienda de Santa Anna, ubicada en el municipio de Puente Nacional a un costado de la carretera federal Veracruz-Xalapa 140, sitio que contrario al otro cuartel militar; es celosamente cuidado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, esto gracias a una iniciativa municipal iniciada en el año 2018, aunque está permanentemente cerrada al público.
Existe otra hacienda, esta se encuentra en el municipio de Emiliano Zapata y según datos históricos; es donde se casó con su segunda esposa Dolores Tosta.
Parte innegable de una historia que se niega a morir
Si no fue cuando la Guerra de los Pasteles que se construyó este cuartel, muchos se preguntarán ¿en cuál de los muchos planes o enfrentamientos fue levantando?
No se tiene la certeza, pero lo interesante que puede apreciarse es que, al menos queda algo, un vestigio de lo que el General Antonio López de Santa Anna mandó construir y que sigue tangible al visitante.
Ya llegará el día que se pueda visitar alguna de las haciendas que fueron de su propiedad, o caminar por el Puente Nacional (Puente del Rey) por donde, seguramente, cruzó en varias ocasiones.