Parras de la Fuente, es uno de los Pueblos Mágicos de Coahuila cuna de los vinos del Nuevo Mundo. Cuenta con una arquitectura antigua que enamora; sus nogaleras hacen que el paisaje se viva de una manera especial. Es un oasis en medio del desierto, ya que cuenta con extraordinarios manantiales y un clima templado que ha favorecido a lo largo de los años la producción vinícola.
Sus calles llenas de historia y sus tradiciones en conjunto con su arquitectura y su gastronomía, hacen que visitar Parras de la Fuente se convierta en una experiencia única en mitad del desierto.
Parras se fundó hace más de 400 años, y al estar situada sobre importantes mantos freáticos, hacen de esta tierra una franja fértil en el desierto, por lo que este municipio es famoso por su historia y vides, aquí se encuentra la vinícola más antigua del continente: Vinícola San Lorenzo fundada en 1597; Casa Madero a partir de 1893, y además es la tierra que vio nacer a Francisco I. Madero, apóstol de la democracia en México.
Parras de la Fuente, se fundó en el año de 1598 por el sacerdote jesuita Juan Agustín de Espinosa, bajo el nombre de Misión de Santa María de las Parras y Las Lagunas, posteriormente fue elevado a Villa y después a ciudad.
Parras, fue declarada en 1988 Zona de Monumentos Históricos y se incorporó al programa Pueblos Mágicos en el año 2004. Su nombre “Parras”, es debido a la abundancia de parras silvestres, dadas en la fertilidad de sus tierras, misma que se debe a dicha dotación de agua de los manantiales situados al pie de la sierra que tiene a sus espaldas.
¿Qué hacer en Parras?
El Pueblo Mágico de Parras de la Fuente, ofrece un atractivo recorrido por sus templos y casonas, al igual que por sus fantásticas haciendas de tradición vitivinícola.
El centro histórico es el punto exacto para conocer mucho acerca de este Pueblo Mágico. Frente a su plaza principal, se ubica el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe con su torre lateral de un cuerpo rematada por pináculos y las cuatro imágenes en azulejo de la Virgen de Guadalupe que rodean la entrada. En su interior se puede admirar el retablo principal dedicado a San Ignacio de Loyola.
A un lado se encuentra el Antiguo Templo y Colegio de San Ignacio de Loyola, el cual data de 1607, donde se pueden contemplar diversas obras de arte, así como el Museo y Archivo Matheo, donde coexisten una importante colección de documentos civiles y eclesiásticos así como obras pictóricas del siglo XVII.
En la cumbre del cerro del Sombreretillo, desde que vas llegando a este municipio coahuilense se asoma la Iglesia del Santo Madero, misma que fue construida por los jesuitas, y que resguarda al Santo Madero.
Se trata del símbolo arquitectónico de Parras y centro de culto popular, y aunque su decorado es sencillo, es un lugar lleno de tradiciones, donde se puede observar como caen los primeros rayos del sol y en su cúspide se puede ver desde lo alto el increíble panorama del Valle de Parras.
Su arquitectura
En su Palacio Municipal, se puede observar la obra neoclásica decorada con balcones, frontones y un gran mural de la historia regional.
En la Casa de la Cultura, la cual está dedicada a la vida de Madero y objetos de arte de la localidad. De igual forma está el acueducto de inicios del siglo XX, usado para transportar agua en medio del desierto de Coahuila; y también se encuentra en este municipio, la Casa del Abuelo, residencia que fuera del eminente de la Revolución, Francisco I. Madero.
Además de contar con la Hacienda San Lorenzo, fundada en el siglo XVI, donde se colocaron las primeras bodegas de vino en América, hoy Casa Madero, una importante productora de vinos a nivel nacional e internacional, también se sitúa la Hacienda de Perote, perteneciente a la industria vitivinícola regional, convertida en un centro hotelero de descanso; y las Bodegas del Vesubio, un lugar donde la tradición familiar de los buenos vinos se combina con la tradición italiana.
Cueva de los murciélagos
En detrás de la Antigua Hacienda del Perote, donde se encuentra una gruta que alberga un manantial y al menos unos 40 mil murciélagos, mismos que se pueden observare aún mejor si se acude al atardecer, ya que estos quirópteros salen a volar en busca de comida, sin duda es una experiencia grandiosa y surreal.
Su gastronomía, artesanía y más.
En su centro histórico se puede conocer de cerca sus artesanías y piezas relacionadas con la actividad vitivinícola, así como degustaciones. Asimismo se pueden observar los canastos y cestería elaborados con mimbre u otras maderas.
En su comida, al ser fusión de tradiciones indígenas y españolas, se pueden probar exquisitos platillos mestizos, como lo son: el asado de puerco, tamales de puerco, mole, pollo y barbacoa, sin olvidar los vinos generosos y licores de uva.
Asimismo se pueden probar sus ricos dulces regionales como los de nuez, higo, uva, piñón y cajeta.
Parras, es conocida también como la capital mundial de la campechana, un pan de dulce hecho con pasta de hojaldre, a base de hojas o capas internas, y un inflado extremo que genera un caparazón crujiente y caramelizado.
El 30 de noviembre se celebra en este pueblo mágico el día de la campechana.
También en Parras, es notable la producción y exportación de mezclilla en esta zona, como los son: La Estrella, desde 1854, y La Campana, a partir de 1918, destacadas fábricas donde se puede comprar mezclilla de buena calidad.
La Leyenda de la Plaza del Beso
En tiempos de la colonia, en Parras acaecían grandes hacendados y la gente plebeya no tenía permitido mezclarse con los dueños, ya que los sirvientes sólo estaban destinados a cumplir sus labores.
Carlota una joven de abolengo se enamoró perdidamente de Pablo, un joven que trabajaba para su padre.
Todas las noches trataban de reunirse en la plaza ubicada justo detrás de la Iglesia de Santa María de las Parras, llamada del “Beso”, ya que en aquel tiempo sus bancas se encontraban al centro de la misma de manera que los arbustos cubrían a los novios que acostumbraban citarse en el sitio.
El padre de Carlota entregó en matrimonio a su hija con un oficial de altos mandos pero ella se oponía.
Una noche antes de que Carlota contrajera nupcias con quien no amaba, los jóvenes enamorados se citaron en la plaza, en donde a la luz de la luna planeaban su huida estando como testigos de su gran amor las estrellas.
Sin embargo, poco antes de la media noche el prometido de Carlota le dio muerte con un disparo a quien habría de ser su esposa diciendo mientras lo hacía: “Antes muerta que enterar al pueblo mi deshora”
El padre de Carlota no pudo detener esta tragedia y terminó matando de la misma manera a Pablo, quien sostenía en sus brazos a su amada.
Cuenta la leyenda que toda pareja que esté viviendo una relación imposible, debe sellar su amor con un beso en este lugar, de esta manera Carlota y Pablo ayudarán para que se cumpla el pacto de amor de estos enamorados quitando del camino a las personas o problemas que intervienen.
Es así como esta leyenda habla sobre la plaza del beso, y aunque la plaza ha tenido algunos cambios, debido a que se dedicó a Juan Antonio de la Fuente, esta historia no deja de sonar por este lugar situado en el centro histórico de este pueblo mágico.
Parras de la Fuente: Tierra natal de Francisco I. Madero
Francisco Ignacio Madero González, mejor conocido como Francisco I. Madero, uno de los principales líderes revolucionarios, quien fue participe de que existiera la democracia en México, al ser el primero que propició los movimientos que conformaron la Revolución mexicana, nació en este municipio coahuilense, Parras de la Fuente, un 30 de octubre de 1873.
Madero nació y creció en la Hacienda del Rosario, en el seno de una familia adinerada, fue el primer nieto de Don Evaristo Madero, quien fuera gobernador de Coahuila y propietario de numerosas haciendas, minas, bancos, entre otros negocios.
Sus estudios los cursó en Estados Unidos y Francia; al regresar a Coahuila, en 1893, se dedicó un tiempo a los negocios familiares y posteriormente hizo carrera política participando en el movimiento que derrocara por la democracia al entonces presidente Porfirio Díaz, quien según se comenta, era compadre de su abuelo.
El 6 de noviembre de 1911, Francisco I. Madero asumió la presidencia de la República Mexicana, cargo que ocupó poco más de 15 meses, se esforzó siempre por respetar la libertad de prensa e impulsar la renovación de la política mexicana.
La casa de Madero pertenece a la familia, por lo que no es posible ingresar en ella, solo se puede contemplar desde el jardín, como sucede con el resto de propiedades de los Madero.
Francisco I. Madero tenía al espiritismo como una forma de encontrar respuestas y encontrar orientación para salvar a México
Al llegar a la presidencia de México, la prensa de esta época sacó a la luz su pasado como médium escribiente, lo que lo hacía que al entrar en trance podía escribir en papel lo que los espíritus llamados le decían.
La prensa lo ridiculizó por su creencia, incluso fue con él con quien estrenaron la recién adquirida libertad de expresión, la cual el propio Madero les había permitido quitándoles el bozal que tantos años los había limitado.
La historia dice que los espíritus que se manifestaban a través de Madero eran Raúl, su pequeño hermano muerto. Algunas cartas estaban dirigidas a alguien llamado “José” y en otras ocasiones hacía el propio Benito Juárez.
Francisco I. Madero fue brutalmente asesinado por órdenes de Victoriano Huerta a la edad de 33 años. Es de sorprenderse que un hombre adinerado que bien podrá tener la vida resuelta, se lanzara al movimiento revolucionario, por lo que en definitiva es un héroe a quien debemos recordar.
La "I" de su nombre
Un dato que quizá no muchos sepan es el motivo del porque se pone la I. en el nombre de Madero, muchos pensarían que es por Ignacio, y si bien es así hay un motivo especial.
Y es que dentro de la conmemoración del bicentenario de la independencia mexicana y centenario de la revolución mexicana, el gobierno de México divulgó las imágenes del acta de nacimiento y de la fe de bautismo de este héroe revolucionario, donde aparece con el nombre de Francisco Ygnacio Madero, así? con la Y, esto debido a la costumbre de la antigua ortografía con la que se escribía este nombre? o algunos otros nombres como el de Ysabel, o palabras como Yglesia.
Sin embargo, esta norma ortográfica cambió desde 1815, por lo que se colocó la “I”, aunque la costumbre de utilizar la letra Y se mantuvo arraigada hasta finales del siglo XIX.?
En Parras hay mucho que visitar, además de lo ya mencionado, también se puede cabalgar o pasear en carreta por los viñedos de San Lorenzo, o tal vez nadar en el verano en el enorme estanque de la luz, y sin duda saborear los vinos producidos en Parras.