El 15 de mayo de 1911, las calles de Torreón se cubrieron de cadáveres ante el asesinato de 303 chinos, lo que equivalía, en ese entonces, a la mitad de la comunidad china de este municipio coahuilense.
Fue un grupo de maderistas laguneros, quienes acusaron a los chinos de complicidad con Porfirio Díaz y un mitin procedió al saqueo de los comercios de la ciudad, donde después cometieron actos de violencia extrema contra la comunidad china, que incluyó el asesinato de adolescentes, niños y mujeres.
Se trata de la masacre más violenta de ciudadanos chinos en la historia del continente americano, de lo cual no existen muchos datos, ni está reconocido en la historia de la Revolución Mexicana y del cual la sociedad torreonense de esa época decidió callar.
La matanza ocurrió durante la Revolución Mexicana, que inició el 20 de noviembre de 1910. Durante seis meses los insurgentes superaron al Ejército del gobierno federal, dirigido por Porfirio Díaz, especialmente hacia el norte del país, que para mayo de 1911 conservaba pocos refugios en la zona, entre estos se encontraba Torreón, una próspera ciudad en el centro de una de las regiones agrícolas y algodoneras más fértiles del país, la Comarca Lagunera.
En el lugar se asentaron decenas de familias originarias de China, especialmente de la región de Taishan, Cantón, quienes huían de la hambruna de sus comunidades.
La inmigración aumentó cuando el Presidente de la República, Porfirio Díaz, quiso alentar la inversión extranjera para impulsar la economía del país.
Ambos países firmaron un Tratado de Amistad y Comercio en 1899, y con el paso del tiempo, los expatriados cantoneses emprendieron negocios como tiendas de comestibles al por mayor y al por menor.
Ya para 1910, había cerca de trece mil inmigrantes chinos en el país, muchos viviendo en los estados de Baja California, Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Sonora y Yucatán.
Inmigrantes en Torreón
Torreón se había convertido en un atractivo destino para los inmigrantes a principios del siglo XIX, siendo que se encontraba ubicado en la intersección de dos vías férreas de gran importancia, el Ferrocarril Central Mexicano y el Ferrocarril Internacional Mexicano y cerca del río Nazas, que irrigaba el área circundante, convirtiéndolo en un lugar adecuado para el cultivo de algodón.
Los cantoneses posiblemente comenzaron a llegar a Torreón durante las décadas de 1880 o 1890.
Para el año 1900, quinientos de los 14 mil habitantes de la ciudad eran chinos, y así esta comunidad se convirtió en el grupo de inmigrantes más grande y notable de la ciudad.
Para 1903 contaban con la filial del Baohuang Hui (Sociedad para Proteger al Emperador) más grande de México. El 17 de octubre de 1903, el presidente Porfirio Díaz creó una comisión para analizar el impacto de la inmigración china a México.
El informe final de 121 páginas, mismo que fue publicado en 1911, escrito por José María Romero, se establecía que la inmigración china, ya sea a nivel individual o grupal, no era de mayor beneficio para México.
En 1907, algunos empresarios mexicanos se reunieron para formar una cámara de comercio, con el objetivo de proteger sus negocios de los extranjeros, y sin hablar específicamente de los chinos, escribieron:
“No podemos competir contra los extranjeros en empresas comerciales. El hecho triste y lamentable es que la postración de nuestro comercio nacional ha creado una situación en que los mexicanos son reemplazados por personas y empresas extranjeras, que monopolizan nuestro comercio y se comportan como conquistadores en una tierra conquistada”.
El resentimiento hacia los chinos era considerablemente alto entre la población mexicana de Torreón, debido a la prosperidad y el monopolio de los inmigrantes sobre el comercio de comestibles.
A nivel nacional, el odio hacia los chinos también se ha atribuido al hecho de que esta comunidad representaban una fuente de mano de obra barata que era fundamental para el programa económico porfiriano, por lo que oponerse a los chinos era una forma indirecta de enfrentar al porfiriato.
La Revolución en la Laguna
A principios de mayo de 1911, los rebeldes maderistas de La Laguna conformados por peones de campo, rancheros, mineros, empleados urbanos, obreros y artesanos, habían tomado todas las poblaciones de la región y pusieron cerco a las tres ciudades vecinas que constituían la segunda concentración urbana e industrial del norte del país: Torreón, Lerdo y Gómez Palacio.
Desde el oriente llegaron unos 2 mil montadores mandados por Benjamín Argumedo y Enrique Adame Macías, quienes habían tomado y defendido Parras y Matamoros en cruentos combates; de las montañas de Mapimí bajó Jesús Agustín Castro con mil 200 soldados; de la zona de Tlahualilo llegó Orestes Pereyra con un nutrido contingente.
Un par de semanas antes había llegado a la región Emilio Madero González, hermano de Francisco I. Madero, con el nombramiento de jefe de la revolución en Coahuila y Durango.
Otros de los líderes, Castro, Pereyra y Sixto Ugalde, reconocieron rápidamente su autoridad. Había que aceptar un mando único y acabar pronto con la revuelta porque se acercaba una fecha fatal para los laguneros: si no empezaba a prepararse la siembra, se perdería la cosecha de algodón.
El 4 de mayo, Gómez Palacio cayó en manos de los rebeldes: los federales evacuaron la plaza para concentrarse en Torreón, que quedó sitiada el día 12. Luego de tres días de recios combates, los defensores, menos de mil, evacuaron la plaza silenciosamente en la madrugada del 15 de mayo.
Emilio Madero, Jesús Agustín Castro, Orestes Pereyra, Sixto Ugalde y Gregorio García habían pasado la noche en Gómez Palacio; acampados frente a Torreón, con sus hombres, solo estaban algunos jefes secundarios.
La matanza de los chinos en Torreón
Tan pronto como los rebeldes notaron la ausencia de los federales, algunos grupos empezaron a entrar a la plaza y, unidos a más de cuatro mil hombres, mujeres y niños de los municipios de Gómez Palacio, Viesca, San Pedro, Lerdo y Matamoros, así como de ciudadanos de Torreón, comenzaron el saqueo del distrito comercial y perpetraron una terrible matanza de chinos.
El movimiento estalló el 13 de mayo de 1911, cuando en la Plaza 2 de Abril de Torreón, hoy Plaza de Armas, se escuchó aquel grito de: ¡Viva Madero… y mueran los chinos!
La matanza y los saqueos siguieron en los días posteriores, a manos de los rebeldes maderistas apoyados por la sociedad de la Laguna. Acusaban a los chinos de haber apoyado a las fuerzas federales y la orden fue “maten a todos”.
La concentración liberó a los presos de la cárcel y saqueó tiendas, después se trasladaron al distrito chino.
Hombres a caballo expulsaron a los chinos de los jardines de regreso a la ciudad, arrastrándolos por las coletas y disparando o pisoteando a los que caían.
No respetaron géneros ni edades, siendo que hombres, mujeres y niños fueron asesinados indiscriminadamente cuando se interpusieron en el camino de la turba, y sus cuerpos fueron saqueados y mutilados.
Así, los simpatizantes maderistas tomaron Torreón entre los días 13, 14 y 15 de mayo de 1911, saqueando negocios y consumando la matanza de 303 chinos.
En ese año, 1911, la comunidad china de Torreón estaba integraba por unas 600 personas, la mayoría comerciantes, campesinos o propietarios de lavanderías, pero de igual forma había personas adineradas que fundaron el principal banco de la ciudad.
Fue en esa madrugada del 15 de mayo de 1911 que llegaron a Torreón al menos 2 mil soldados de las fuerzas leales a Francisco I. Madero, iniciador del movimiento revolucionario, al oponerse a la dictadura del gobierno de Porfirio Díaz.
En un momento se esparció el rumor de que los chinos estaban disparando sobre los maderistas desde el edificio del Banco Chino y del Casino.
En respuesta, los revolucionarios atracaron el restaurante de Park Jan Jong, donde rompieron la puerta y mataron a propietarios, empleados y clientes.
De ahí siguieron a la Mercería de Hoo Nam, donde subieron a todos al segundo piso de la casa para matarlos. Continuaron a la tienda de Mar Young, un comerciante de pieles y robaron todo.
La multitud siguió a la tienda de King Chaw y Perking, que fue completamente saqueada. El siguiente lugar fue la tienda Shanghai, tomando los víveres y matando a todos los que se encontraban allí.
Después siguió la tienda de Yoo Hop; de ella sacaron a rastra a 13 chinos, a quienes mataron con cuchillos y machetes en la calle. La mayor parte de los asiáticos, creyendo estar más seguros, se refugiaron en el Banco Chino, que estaba en la esquina de la avenida Hidalgo y la Calle de Cepeda.
La turba revolucionaria finalmente llegó al banco, donde mataron a los empleados y arrojaron a las calles las partes de sus cuerpos amputados, incluso un periódico contemporáneo informó que las cabezas de los chinos asesinados fueron rodadas por las calles y sus cuerpos fueron atados a las colas de los caballos.
Según el conteo fueron 303 chinos asesinados, y pudieron ser más si no hubieran llegado altos mandos maderistas que ordenaron impedir más asesinatos.
Los cuerpos de las víctimas terminaron en un socavón a las afueras del panteón, porque las autoridades no permitieron que los chinos fueran enterrados “dentro del camposanto”.
El embajador chino protestó ante este hecho y exigió una compensación de tres millones de pesos.
Las investigaciones y conclusiones de la matanza de los chinos
Ante estos hechos se realizaron investigaciones paralelamente, la Junta Militar maderista, juez y parte en la masacre, justificó la agresión por tratarse de una revolución. El argumento fue que los chinos atacaron a los federales.
Existen también dos investigaciones judiciales, la primera la llevó a cabo el gobierno norteamericano junto con la Embajada de China en EUA, y la otra la realizó el gobierno federal de México.
Ambas concluyen que la colonia china era pacífica, que los civiles estaban desarmados, que no atacaron a los revolucionarios maderistas, y que fueron masacrados por odio racial y envidia económica.
En Torreón, en el año 2007, el entonces Presidente Municipal de Torreón, José Ángel Pérez, junto con el embajador Chino en México (Yin Hengmin), desarrollaron un acto de resarcimiento simbólico a las afueras del edificio del Banco Chino y posteriormente se realizó la escultura de “El Hortelano” en el Bosque Venustiano Carranza para rememorarlos.
En mayo de 2021 el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ofreció una disculpa al pueblo chino por la masacre.