Adriana Brambila, perdió a su hijo Luis Adrián a los 8 años de edad, el pequeño padecía de cáncer (leucemia Linfoblastica Aguda), en su honor ha formado la Asociación denominada con su mismo nombre 'LUIS ADRIÁN'.
Adriana cuenta su historia y admite sentirse triste, pero al mismo tiempo tiene el impulso de querer apoyar a otras madres cuyos hijos enfrentan esta temible enfermedad.
Ella, asegura que lo único que pretende es que la enfermedad sea más digna y plena, sobre todo en los niños y niñas que tienen sueños y unas ganas inmensas de vivir, pero son truncadas al convertirse en pacientes oncológicos.
Leucemia Linfoblastica Aguda
Adriana explicó que a los tres años de edad, Luis Adrián Bárcenas Brambila, fue diagnosticado con Leucemia Linfoblastica Aguda, es un tipo de cáncer hematológico y de la médula ósea que afecta los glóbulos blancos, es el tipo de cáncer más común durante la niñez y ocurre cuando una célula de la médula ósea presenta errores en su ADN, tras cinco años de lucha, lamentablemente este pequeño gigante perdió la batalla y ahora vive en el recuerdo de sus padres, familia y amigos más cercanos.
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Junto al padre del pequeño Luis, el señor Luis Bárcenas, forman este movimiento el cual está basado en apoyar a otros papás que tienen a sus pequeños hijos en una misma situación de salud, reiterando en dar esa mano amiga con algunos insumos que requieren de primera mano para su tratamiento.
“Hoy me mueve la memoria, la luz, la fuerza de mi hijo para apoyar a otros que están pasando por esta situación. Mi hijo se transformó a otra vida, él sigue conmigo, empujándome a que otros papás no pasen lo mismo que yo y que se ayude hasta donde se pueda para que no más infantes pierdan la batalla contra este cáncer, por eso 'Movimiento Luis Adrián', está dispuesto a dar lo mejor de sí mismo en cada caso que ellos puedan llegar”, señaló.
La madre de Luis lo recuerda como un niño sano, lleno de energía, amante del básquetbol, de la música y de la vida; su casa es una galería fotográfica donde guardas esos momentos de felicidad y porque no, también de tristeza, invadida por la nostalgia, mostraba sus roedores y sus balones del deporte en el cual se desempeñó con mucha disciplina.