En el Hospital Naturista de Ciudad Madero, actualmente en ruinas, se cuenta que en sus días abierto al publico había una enfermera muy hermosa y limpia, siempre asistía a laborar impecable y su uniforme bien planchado sin una sola línea que irrumpiera su vestuario, razón por la cual se le conoce como "La Planchada".
Cuenta la leyenda que se enamoró de un doctor del mismo hospital que estaba ubicado a la orilla de Playa Miramar; incluso decían que se arreglaba más cuando el médico acudía a su horario de guardia. Ella lo dio todo por amor y lo demostraba hasta por los poros, pero tristemente esta historia no tuvo un final feliz.
El doctor solo jugó con ella y sus sentimientos; tiempo después la abandonó. La enfermera llenó su alma de amargura, sentimiento que la llevó a tratar mal a los pacientes, pues cambio su alegría por odio y despecho.
Un día, sumida en su depresión, fue tanta su negligencia que omitió darle un medicamento importante a un niño, causando su muerte. Fue el padre del infante quien, al enterarse de esto, envuelto en furia, cortó la garganta de la enfermera con un bisturí.
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En la década de los 90, el hospital fue cayendo y quedó en completo en abandono, aunque eso no impidió que comenzaran los comentarios de curiosos que se acercaban al hospital en ruinas y quienes afirmaban que se observaba una enfermera deambulando en el lugar, sobre todo de noche cuando se permitían las fogatas y campamentos en el margen del mar, además de afirmar el murmullo de voces y llantos.
Actualmente, este edificio enmarcado por la historia de amor de la enfermera "La planchada", como la apodaron, se utiliza para realizar actividades como escalar, grafitear, así como escenario de rituales que aprovechan el terror que se siente a media noche.