Retiembla en su centro la tierra mexicana ante la inminente deporttación masiva de al menos 13 millones de migrantes indocumentados, aunque Trump hable de 11, de los cuales hay 5 millones de mexicanos.
¿Nuestro gobierno está preparado para recibirlos?
La presidenta de la República asegura que sí.
Al contrario, el cabildo de Tijuana, por ejemplo, teme una crisis humanitaria y logística y declara estado de emergencia; llama a la federación a concentrar recursos adicionales para aliviar las necesidades de albergues, alimentación, salud, y seguridad pública. Esto molesta a Palacio Nacional, donde la narrativa oficial pretende mantener una imagen de capacidad y control pleno de la situación.
Sin embargo, la realidad contradice el discurso oficial.
Vuevo al ejemplo de Tijuana donde existen albergues suificientes para atender, cuando mucho, a cien mil deportados; sólo en California vive un millón, en Texas un millón 200 mil y en el resto de Estados Unidos hay 3 millones más; las alarmas aturden.
Aunque la deportación masiva no ocurrirá de un día para otro, ninguna entidad está preparada para recibir tales flujos masivos por más que el gobierno asegure lo contrario, de dientes para afuera.
Como se vea, son malas noticias; el reto es del tamaño del problema.