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En buen plan

El ambicioso proyecto del “Plan México”, que combina misión, visión y ambición, ha de remar contra corriente y enfrentar realidades adversas.

Créditos: Especial / EFE
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El “Plan México”, anunciado como una ambiciosa estrategia que podría atraer inversiones por 277 mil millones de dólares hacia 2030, y escalar la economía al “top ten” mundial, es la primera gran respuesta articulada del gobierno de Claudia Sheinbaum ante el segundo arribo de Donald Trump, recargado y rencoroso, al poder. 

Si se concretan las inversiones anunciadas, aprovechando la estratégica cercanía comercial y geográfica, precisamente con Estados Unidos, el impacto sería transformador para sectores clave como el energético y el manufacturero, para el crecimiento de la economía, al 2.5 por ciento anual, y la generación de millón y medio de empleos. 

Sin embargo, el “Plan México” plantea desafíos considerables al topar con una realidad, no muy favorable para los negocios. Dicho de otro modo, el diablo está en varios detalles.

De entrada está la falta de confianza y certidumbre jurídica, perdida con la aprobación de la reforma judicial; los candados impuestos al crecimiento de la infraestructura energética, así como a los altos niveles de inseguridad. Desde luego hay que sumar la amenaza trumpista de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, para lo cual ya hasta anunció la creación de una oficina “cobrona”. 

El ambicioso proyecto del “Plan México”, que combina misión, visión y ambición, ha de remar contra corriente y enfrentar realidades adversas, a riesgo de quedar en promesa incumplida.