Donald Trump ya prometió que, en caso de regresar a la presidencia, reducirá el impuesto corporativo del 21% al 15%, lo que generaría serias dificultades a México porque reduciría la ventaja competitiva que el país ofrece a empresas estadounidenses que han trasladado su producción para aprovechar sus menores costos operativos. Actualmente, México depende en gran medida de las exportaciones a EEUU, que representaron 476 mil millones de dólares en 2023, es decir, el 83.3% de sus exportaciones totales.
Si las empresas estadounidenses encuentran más rentable producir dentro de su país debido a una menor tasa impositiva, muchas podrían regresar sus operaciones. Esto impactaría gravemente a sectores como el automotriz, cuyas exportaciones alcanzaron 129 mil millones de dólares en 2023, el electrónico, con más de 85 mil millones, así como los sectores de agricultura y textiles, que exportaron más de 30 mil millones y 7 mil millones de dólares, respectivamente estarían en alto riesgo El cierre de esas operaciones, sobre todo el de las maquiladoras que dependen de los bajos costos laborales para competir, se traduciría en la pérdida de miles de empleos.
Ante este panorama, una posible respuesta de México sería reducir su propia tasa impositiva, que actualmente es del 30% (además de que las empresas deben pagar 10% sobre dividendos y 10% de PTU o Participación de los Trabajadores en la Utilidades). Sin embargo, esto no es tan sencillo por que los impuestos corporativos representan casi el 17% de los ingresos fiscales totales del país.
Si se redujeran estos ingresos el gobierno podría aumentar los impuestos al consumo, como el IVA, lo que afectaría de manera desproporcionada a los mexicanos con menores ingresos. Otra opción sería mejorar la recaudación fiscal combatiendo la evasión, pero esto requiere tiempo y voluntad política, algo que no se ha visto en los gobiernos del país, sean morenistas, panistas o priistas.
Por otro lado, México podría aprovechar el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) para mitigar el impacto de estos recortes fiscales. Este tratado permite que productos mexicanos fluyan a EEUU sin aranceles, lo que ayudaría a mantener la competitividad de las empresas mexicanas, aunque la balanza fiscal estadounidense se incline a favor de las empresas locales. Las reglas de origen dentro del T-MEC, que requieren que una porción significativa de los productos automotrices sea fabricada en América del Norte, podrían actuar como un contrapeso frente al incentivo de mover operaciones a EEUU.
En cuanto a renegociar el T-MEC en favor de México, sería complicado. Este tratado será renegociado en 2026 y cualquier intento de modificar sus términos se toparía con la resistencia de los funcionarios estadounidenses, quienes están dispuestos a proteger sus industrias locales.
En resumen, México y el gobierno de Claudia Sheinbaum enfrentarán retos considerables si EEUU reduce su impuesto corporativo porque sus opciones son limitadas. Bajar impuestos afectaría las finanzas públicas, y renegociar el T-MEC sería complicado. La verdadera solución estará en la capacidad del gobierno mexicano para reformar su sistema fiscal y mantener su competitividad en un contexto internacional cada vez más desafiante.
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