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Kamala no es Joe

Las posiciones de Harris son fundamentales para entender la dirección que tomará.

Créditos: EFE
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Kamala Harris, la virtual candidata presidencial del Partido Democrático de Estados Unidos, no comparte las mismas opiniones que Joe Biden. Las diferencias entre ambos reflejan enfoques y prioridades políticas distintas. Estos contrastes no solo son interesantes, sino cruciales para entender la dinámica que probablemente caracterizará su campaña y proyectar cómo sería la relación entre México y Estados Unidos en caso de que ella gane la elección en noviembre.

Las diferencias en sus enfoques hacia México son claras, especialmente en el ámbito de la migración y las relaciones bilaterales. En términos de relaciones bilaterales, Biden ha mantenido una relación cooperativa con el presidente Andrés Manuel López Obrador, buscando fortalecer la cooperación entre ambos países. Harris, durante sus visitas a México, ha anunciado inversiones estadounidenses para mejorar las protecciones laborales y fomentar oportunidades económicas.

Sobre la migración hacia EEUU, Biden adoptó una postura más moderada, revirtiendo muchas de las políticas de Trump, aunque endureció algunas medidas de control fronterizo en los últimos meses. Harris, en cambio, aboga por abordar las causas fundamentales de la migración, aplicar políticas de deportación más limitadas, buscar soluciones a largo plazo como promover el desarrollo económico y combatir la corrupción en los países de origen de los migrantes.

En comercio, Biden apoyó el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), mientras que Harris se opuso al T-MEC por preocupaciones ambientales y al TPP por la potencial subcontratación de empleos. Esto indica una mayor preocupación de Harris por el impacto ambiental y los derechos de los trabajadores.

Sobre el cambio climático, Biden ha asegurado 369 mil millones de dólares para iniciativas climáticas, pero se opone al Nuevo Acuerdo Verde y a prohibir la fracturación hidráulica (fracking). Harris, en cambio, propone gastar 10 billones de dólares, copatrocina el Acuerdo Verde y apoya la prohibición del fracking. Estas posturas muestran la diferencia entre un enfoque gradualista y uno más radical en la lucha contra el cambio climático.

En cuanto a Gaza, Biden apoya firmemente a Israel y continúa suministrándole armas mientras lamenta las bajas civiles. Harris también apoya a Israel, pero muestra mayor empatía hacia los palestinos, aboga por una solución de dos estados y critica al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Esto sugiere una política que intenta equilibrar el apoyo a Israel con una preocupación por los derechos humanos.

En el tema del aborto, Biden apoya restablecer el derecho al aborto permitiendo algunas restricciones estatales. Harris, por otro lado, exige una supervisión federal más estricta, requiriendo autorización previa del Departamento de Justicia para cualquier nueva ley restrictiva. Este enfoque revela su tendencia hacia una protección más robusta de los derechos reproductivos.

En inteligencia artificial, Biden prefiere la autorregulación, mientras Harris aboga por una regulación gubernamental más estricta.
Las posiciones de Harris son fundamentales para entender la dirección que tomarán ella y los demócratas en las semanas que faltan para las elecciones.

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