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Transición: Sheinbaum comienza a gobernar; oposición busca desestabilizar

La oposición, que no entendió el repudio que recibió en la jornada electoral del domingo, está empecinada en hacer ruido, enrarecer el ambiente y polarizar el clima político.

Créditos: Cuartoscuro
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A partir de la medianoche del 2 de junio, cuando se dieron los resultados oficiales del Instituto Nacional Electoral (INE), comenzó el gobierno de Claudia Sheinbaum. Claro, el presidente Andrés Manuel López Obrador sigue siendo una figura poderosa, pero ahora lo que haga o diga la virtual candidata electa importará para la estabilidad y futuro del país. México amanece hoy con dos presidentes: la entrante y el saliente.

La población está tranquila. Contenta, incluso, pues ganó arrolladoramente la candidata por la que la mayoría, casi 6 de cada 10 votantes, optó para dirigir el rumbo del país. La candidata ya es la más votada en la historia de la nación y probablemente vaya a ser la presidenta más poderosa en lo que va del siglo pues al iniciar su mandato tendrá mayoría de gobernadores y todo apunta a que también tendrá mayoría constitucional en el Congreso.

Sheinbaum tiene varias tareas a partir de este momento, las dos principales son: el primero, garantizar una transición tersa y ordenada, la cual va a ser encabezada por el experimentado ex rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente; en segundo lugar, deberá tratar de calmar a los mercados, que están nerviosos por la posibilidad de una 'aplanadora guinda' en el Poder Legislativo.

En el primer caso todo apunta a que será sencillo, pues la buena relación con AMLO es una obviedad y el titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, se mantendrá en el gabinete. El reto, en este caso, es que la oposición, que fue apabullada en las urnas, no entiende que no entiende y ahora, en un giro después de haber aceptado la derrota en la madrugada del lunes, busca impugnar los resultados, pese a que perdieron por ¡más de 30 puntos! Es decir, quieren crear un conflicto postelectoral cuando no hay razones para hacerlo. No es el 2006. Ni siquiera el 2018, donde Morena arrasó pero con menos holgura que en 2024.

Biden y otros mandatarios (incluidos Putin y Zelenski) ya reconocieron el triunfo de Claudia Sheinbaum; pero la oposición, que no entendió el repudio que recibió en la jornada electoral del domingo, está empecinada en hacer ruido, enrarecer el ambiente y polarizar el clima político. Lejos de aprender la lección, parece que quiere condenarse a sí misma a otros seis años de ostracismo: preferir el ataque y la guerra sucia antes que manufacturar un proyecto alternativo de nación. Es cierto que, como en toda contienda electoral donde participan millones de personas, puede haber irregularidades en algunas actas, tanto en favor como en contra de cada candidato o candidata, pero para eso están los cómputos distritales y la posibilidad de anular casillas. En esta ocasión, la diferencia entre el primer y segundo lugar es tan abismal, que incluso la distancia se puede ampliar tras la revisión minuciosa de las actas en los cómputos, que inician mañana.

El segundo reto, más importante que las pataletas de la oposición, es el de la estabilidad económica.

La volatilidad del peso y los mercados que, aunque inicialmente estaban tranquilos por la victoria de la morenista, con ganancias de la moneda nacional tras las encuestas de salida que le daban el triunfo, pasan por momentos de inquietud ante la inminente posibilidad de que la Cuarta Transformación logre mayoría constitucional en el Congreso, lo que se traduciría en reformas poco atractivas para los inversionistas, como la de modificar la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Aunque Ramírez de la O ya tuvo una llamada con inversionistas y anunció que se quedará en Hacienda indefinidamente y busca reducir el déficit al 3 por ciento, es importante que ambos gobiernos, saliente y entrante, den certezas políticas y económicas a los mercados con la finalidad de que haya una transición tranquila y sin aspavientos.