Después del experimento fallido que significó la goleada que Uruguay propinó a la Selección Mexicana en el marco de los partidos de preparación para, la muy próxima, Copa América, pareció que hubo cierta autocrítica en el entorno del equipo mexicano porque para el enfrentamiento contra Brasil, no se especuló; desde el banquillo apareció la lógica y se presentó el cuadro que más podríamos esperar como el que será el titular en el torneo de CONMEBOL, que esta vez involucra a un grueso de equipos de CONCACAF; las críticas externas fueron duras contra el papel que se hizo al enfrentar al equipo charrúa, la realidad es que se evidenció a jóvenes jugadores que no tienen las tablas para enfrentar a un rival de la jerarquía de Uruguay; además, no hubo reacción desde el área técnica para enderezar el juego, cambiar el sistema, el planteamiento, ni hacer los cambios necesarios a tiempo para contrarrestar lo que, desde el primer tiempo, ya se pintaba como una goleada.
Contra Brasil, las alarmas se prendieron temprano en el partido, en los primeros dos minutos el equipo brasileño dio el primer aviso con una jugada a la que le faltaron centímetros para definirla en las redes mexicanas, pero instantes después, y antes del minuto cinco ya había anotado el primer gol. El golpe se notó, por un momento el equipo mexicano se mostró desorientado y desorganizado, pero al pasar del tiempo logró, por momentos quitarle la pelota a Brasil; por lapsos México tuvo el balón en los dos primeros tercios de la cancha, pero no tuvo profundidad en el primer tiempo. A los, casi, diez minutos del segundo tiempo, la verdeamarela volvió a anotar y los nervios regresaron al equipo tricolor. Brasil puede parecer felino jugando con su presa antes de acertar el golpe final; pasea la pelota por toda la cancha, si tiene que regresar a jugar con su portero, lo hace, sin ningún empacho, para volver a organizar el ataque, atrayendo al rival con un fútbol que hipnotiza, que parece cansino, pero cuando el equipo contrario menos lo espera, surge una genialidad, un trazo en profundidad que desarma cualquier defensa y un pase preciso que el rematador, generalmente, empuja a la red.
El segundo tiempo, la Selección Mexicana tuvo capacidad de reacción, a partir de las modificaciones en cancha que se mandaron desde el banquillo; una jugada con pared por la banda derecha terminó en un violento centro que buscaba alguna pierna para mandar el balón al fondo de la portería, y así sucedió, el pase encontró un pie rival para terminar en un autogol con el que se iniciaría la respuesta mexicana en el marcador. El partido continuó sin más emociones, al contrario, disgustos, cuando la afición mexicana empezó a gritar el insulto homofóbico y un par de espontáneos invadieron la cancha, una vez más como en el partido contra Uruguay; la afición paisana que asiste a los partidos que se juegan en Estados Unidos, no ha entendido que el descontento con el accionar del equipo mexicano no deber ser expresado con ese tipo de insultos; por lo mismo, el partido se extendió en tiempo, y fue en la compensación que el Tricolor empató el marcador tras un tiro de esquina, el primero que había llegado a destino con un remate que Alisson desvió pero que en el contrarremate no logró detener. México empató el partido sin haber sido protagonista en el encuentro.
Pero Brasil es un equipo con jugadores de otro plano; ya avanzado el segundo tiempo, fue momento de llamar a la cancha a las dos máximas estrellas del momento, Endrick, que hizo la faena en el segundo gol de su equipo y minutos después saltó a la cancha Vinicius, que en un par de jugadas demostró que entró para definir el encuentro con su genialidad; en una jugada por la banda izquierda dejó sembrados a dos marcadores, tiró un entro medido para que el joven de 17 años recién firmado por Real Madrid, definiera con un cabezazo casi teledirigido que colocó lo más alejado de Julio González, con la conexión de las, ahora, dos estrellas del equipe merengue, valió la pena el precio del boleto.
La Selección Mexicana mostró mejora, sin duda, pero sigue siendo claro que hay una firme diferencia con selecciones de gran jerarquía; los procesos que cada fútbol son enfrentados cuando son rivales en la cancha; mientras en Brasil, un chico de 17 años ya empieza a ser figura, anotando en los tres partidos que su equipo jugó preparándose para Copa América, en México siempre se habla de llevar de a poco a las jóvenes promesas, y así, muchas han quedado en el camino.