En medio de tensiones bancarias y el desplome del peso, este lunes arranca la transición presidencial.
Una transición que, paradójicamente, será menos tersa que la del 2018, cuando el priista Enrique Peña Nieto le entregó el poder a Andrés Manuel López Obrador desde el día 1 tras los comicios del, entonces, primero de julio.
En aquella ocasión, el mexiquense no sólo recibió al tabasqueño en Palacio Nacional la misma semana posterior a las elecciones, sino que le cedíó el protagonismo al mandatario entrante.
La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México y las negociaciones del T-MEC son decisiones que tomó López Obrador cuando Peña Nieto aún andaba sentado formalmente, aunque no en los hechos, en la silla presidencial.
Ahora, seis años después, el periodo de transición, que sigue siendo muy largo, pese que ahora será más corto, pinta para ser más conflictivo. La razón es que no sólo se viene la elección de Estados Unidos, donde los candidatos reforzarán su discurso antimexicano, en especial en materia de seguridad y migración, conforme se acerquen los comicios de noviembre, sino que también los mercados tendrán voz en el cambio de poder nacional.
A eso se suma que López Obrador no quiere ceder su protagonismo a la presidenta entrante.
Los festejos y el ánimo triunfalista tras la victoria arrolladora de Claudia Sheinbaum tuvieron su piedrita en el zapato la semana pasado con la caída de la Bolsa mexicana, que enfrentó sus peores días tras el inicio de la pandemia de COVID hace cuatro años, así como el desplome del peso, con un dólar que este lunes inicia en niveles de 18.5 unidades.
El superpeso... ¿llegó a su final?
Claudia inicialmente logró calmar a los mercados e inversionistas con el anuncio de que Ramírez de la O se mantendrá al frente de Hacienda, mientras que Juan Ramón de la Fuente encabezará el equipo de transición; sin embargo, las intenciones se vieron mermadas cuando el jueves Ignacio Mier anunció que en septiembre se buscará aprobar las 18 reformas constitucionales de AMLO, que incluyen la judicial, la electoral y la desaparición de órganos autónomos como el INAI.
Aunque Monreal sacó horas después el extintor y Mier matizó sus dichos, al día siguiente en la conferencia mañanera el presidente López Obrador anunció que la reforma judicial, que contempla la elección de ministros mientras el voto directo, va porque va. Los mercados respondieron de manera amarga ante los dichos presidenciales.
Claudia tiene el reto de iniciar una transición presidencial, que arranca formalmente hoy, en un contexto en el que su gobierno puede comenzar con un peso débil, incertidumbre económica, así como un déficit fiscal. Sin contar, que se viene Trump otra vez.
Esperemos que la transición calme todas las dudas e inquietudes, para que la siguiente administración inicie con la alegría y tranquilidad de 35.9 millones de personas que votaron por el segundo piso de la 4T.