Los comicios del próximo dos de junio no sólo se tratan de un proceso para elegir al o la siguiente presidenta de México: también son, en muchas formas, una batalla generacional.
Los votantes de menor edad, es decir, millennials y, en específico, los centennials, jóvenes nacidos después del 96, de los cuales muchos sufragarán por primera vez este 2024, tienen una visión distinta sobre el país que, en las siguientes décadas, les tocará recibir y después heredar. De hecho, en el caso de los primeros, aquellos que llegaron al mundo entre el 80 y el 95, ya comienzan a ejercer el relevo.
Por el contrario, las personas de las generaciones que los preceden, que vivieron en un mundo que comienza a marchitarse, poseen otras inquietudes y temores distintos a los de la juventud.
Prueba de esta confrontación generacional es lo que se ha vivido en la recta final del proceso electoral. Mientras que a algunos votantes y políticos los escandalizó una playera con el meme de AMLO y una calaca, llevando el caso hasta el Senado y el debate presidencial, el efecto provocó lo contrario entre los jóvenes: hizo que le metieran sabor y diversión a una contienda que durante la primer parte fue aburrida y de poco interés.
Lo mismo pasó con la canción de Máynez, que se volvió viral en TikTok y hasta dio un salto internacional. Sin embargo, no hay que frivolizar y minimizar las expresiones juveniles, pues dentro de su irreverencia y rebelión muestran que hay algo profundo de fondo. Las personas a las que les tocó vivir su adolescencia y niñez en este nuevo siglo han padecido la precarización laboral, la guerra contra el narco, la incertidumbre por el futuro y la falta de pensiones; por lo tanto, es en esos actos catárticos donde buscan mostrar una diferencia con el país que les dejaron.
A la juventud le importa más saber si habrá reducciones de horas laborales o si hay proyectos de vivienda y retiros dignos, que tener miedo a viejos fantasmas como la perdida de la democracia o si habrá una dictadura cuando, en los hechos, no ha habido pruebas de ello. Cabe aclarar que sí ha habido un preocupante desmantelamiento institucional, pero estamos lejos de ser un régimen dictatorial; en todo caso es síntoma de que gobiernos van y vienen entre la improvisación y las ganas de hacer y deshacer lo que hicieron sus antecesores, en lugar de la consolidación institucional. Algo que hicieron Fox, Calderón, Peña y ahora AMLO.
Marea Rosa vs. Simulacro Electoral Universitario
La ruptura generacional tuvo su pináculo esta semana. Por un lado, la llamada Marcha Rosa, que en anteriores ocasiones se caracterizó por la presencia de adultos de mediana y tercera edad de zonas clasemedieras, por fin abrazó su componente partidista, algo que en realidad es positivo, y convocó a una marcha previo a las elecciones como un esfuerzo final para tratar de sacudir el tablero electoral.
Políticos de oposición y la candidata presidencial Xóchitl Gálvez ya anunciaron que se sumarán a esa manifestación en defensa de la democracia, mientras que Morena y Movimiento Ciudadano ya condenaron el sesgo de la misma.
Al mismo tiempo en que esto sucedía, 400 planteles universitarios de todo el territorio nacional, incluidos de la UNAM y el Politécnico, celebraron un inédito simulacro electoral en el que mínimos de jóvenes "votaron" por quién quieren que sea su próximo o próxima presidenta. Los resultados fueron avasalladores: Claudia Sheinbaum arrasó con el 65 por ciento, mientras que Máynez dio la sorpresa y tuvo el 22.2 por cierto. En tanto, Xóchitl obtuvo únicamente el 7.7 por ciento y el resto fueron nulos.
En esta brecha generacional no se trata de ver quién tiene razón y quién no. Sino de tratar de construir el consenso de un país y lejos de heredar viejos temores, algunos con la genealogía de la Guerra Fría, de entender por qué las inquietudes del pasado no son las mismas del presente y el futuro. La oposición ha descuidado a los jóvenes y eso va a influir en las urnas en menos de un mes.