Hablar sobe la Selección Nacional puede resultar reiterativo, el entorno del fútbol mexicano parece entender, con cada actuación del equipo tricolor, que este deporte se encuentra en una momento en el que el desarrollo parece detenido; que la responsabilidad recae en los que han tomado decisiones que perjudican el ámbito deportivo por priorizar el económico; se sabe que la desaparición del ascenso y descenso ha perjudicado la competitividad de la liga mexicana; que el alto número de extranjeros que puede tener cada equipo, 9, limita de manera importante la salida de jugadores de las canteras de los clubes mexicanos, que estos extranjeros no siempre rinden lo que se espera, por ejemplo, en el Apertura 2023, el promedio de los partidos jugados por los extranjeros en los clubes mexicanos, llega apenas al 50%; es del conocimiento general que, salvo un par, las canteras están abandonadas, que no hay formadores ni visores que se interesen en cumplir los procesos desde categorías inferiores, por el simple hecho que no es una actividad redituable como lo puede ser la dirección técnica de un equipo profesional, de cualquier categoría. El fútbol mexicano se encuentra en crisis porque los involucrados lo ven como un negocio y no como un conjunto de responsabilidades que van desde la captación temprana de talentos, el acompañamiento y formación de jóvenes futbolistas, y el desarrollo de un sistema de competencia adecuado en el que se prioricen los logros deportivos.
La recapitulación de motivos por los que el fútbol nacional luce estancado se han dicho hasta el cansancio, sin que haya un atención debida por los administradores de la liga mexicana; se anuncian acciones que se supone mejorarán la experiencia del aficionado en cada estadio, una derrama de dinero para que se puedan mejorar instalaciones, luminaria, conectividad, cuando lo realmente urgente es salir de una crisis deportiva que ha arrastrado a los equipo representativos. Los resultados en competencias de distintas categorías han empeorado en lugar de seguir avanzando con el resto del fútbol mundial. Parece inverosímil que en lugares geográficos en los que no se atendía al fútbol, ahora presentan equipos mucho más competitivos que el mexicano. En Asia y África hay proyectos en los que más de 500 jugadores de esos continentes participan con equipos de ligas fuera de sus países, específicamente en ligas europeas que, aunque no siempre son las de mayor jerarquía, sí presentan un cambio sustancial, desde el roce internacional, los entrenamientos y la salida de la zona de confort, cosa que al jugador mexicano le ha costado de manera histórica.
Al futbolista nacional le cuesta mucho trabajo salir de la comodidad del fútbol local; desde extrañar a la familia, la comida, el idioma, al grado de que en el argot del balompié de casa existe un ‘síndrome’ que engloba todos estos síntomas de añoranza. También es posible que un factor sea que los fjugadores no dan el ancho en la calidad que se requiere para jugar en las ligas top de Europa; han sido algunos los casos en los que la estancia ha sido muy corta en clubes del continente europeo, porque no se cuenta con la capacidad física y técnica. En los últimos cinco años, se han dado regresos, repatriaciones de jugadores que no cumplen a cabalidad sus procesos en clubes europeos, que se quedan sin un lugar en el equipo que les contrató y que no pueden, o no quieren, ser acomodados en clubes de menor jerarquía, por lo que optan por volver al fútbol mexicano. Es verdad que la mayoría de jugadores mexicano que participaron en clubes europeos, incluso los de mayor jerarquía, volvieron a México a vestir los colores de uno o dos equipos locales que buscaron sumar experiencia a su cuadro; pero no es lo mismo volver después de los treinta años, con una o varios campeonatos en las ligas en las que se compitió, española, alemana, neerlandesa, que volver a una edad que ronda los 25 años, sin haber trascendido en el desempeño del club europeo al que migraron.
Hay lecciones que pueden resultar dolosas; para el fútbol mexicano las más reiterativas son las que el fútbol estadounidense imparte cada vez que se lo propone. Estados Unidos no es infalible, la pasado Copa Oro no llegó a la final, vencido por Panamá en penales, pero tiene una capacidad de respuesta casi inmediata; su eliminación para asistir a Rusia 2018 fue un duro golpe para le orgullo del deporte del país vecino del Norte, por lo que se lanzó un proyecto para elevar el protagonismo de su balompié a nivel internacional, que parece incluir la obligación de vencer a México cada vez que se enfrenten las dos escuadras; 2019 fue último año en el que la Selección Nacional triunfó sobre la estadounidense, consecuencia de la concentración con la que enfrenta cada partido a partir de entonces. Más allá de tener mayor cantidad de jugadores en Europa, se nota el compromiso por querer ganar un partido contra el fútbol que por una época se autodenominó como ‘el Gigante de CONCACAF’, la mentalidad competitiva con la que se desarrolla el deportista en E.U es única, y poder demostrar que han mejorado es lo que les motiva.