Carlos Urzúa es la historia de dos proyectos antagónicos unidos por una misma idea: ¿cómo hacer que este país deje de ser de muertos y pobres? En el que los canales de desagüe hieden a cuerpos de hombres y mujeres sin reconocer.
Su cambio de casaca, entonces, no se trató de un vulgar chaqueterismo político. Un exsecretario de Hacienda que cumplió con la máxima de Groucho Marx: “Estos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros”.
Por el contrario, se trata de un antiguo funcionario que, acertado o equivocado, caviló entre un proyecto u otro, así se hallen en las antípodas, con la finalidad de saber si se apegan a su transnonímica intención; es decir, dos cosas equidistantes y contradictorias que se vuelven una misma, de lograr la función contractual esencial del Estado: el bien común mayoritario.
El amor es creación de Dios… e instrumento del Diablo. Más que sentimientos antipódicos, contrarios, confrontados, son hipernonímicos: un sinónimo llevado al extremo. De hecho, transnonímicos, polos que tornan del plural al singular. El corto atajo del cariño al desprecio.
Lo mismo pasa en política, a veces uno deja en el armario, arrumbado sobre las viejas prendas sin usar, intereses o ideas para optar por un bien mayor.
El aficionado de las Chivas y del América que sus rencillas quedan de lado al instante que la Selección Mexicana se enfrenta al masiosare extranjero.
Carlos Urzúa fue uno de esos hombres: obradorismo o conservadurismo. El país es primero. Vio algo en AMLO; vio algo en Xóchitl. Quizá hasta lo vio en Claudia. Un auténtico hombre de Estado.
La muerte de Carlos Urzúa
Carlos Urzúa, primer secretario de Hacienda de AMLO, murió a sus 68 años de edad en su casa, por causa natural y tras caer de unas escaleras.
De acuerdo con el reporte policial, uniformados fueron informados de una persona lesionada en la alcaldía Magdalena Contreras y, al llegar, se entrevistaron con una mujer quien refirió que escuchó un fuerte golpe.
Al revisar, se encontró a Urzúa tirado en las escaleras con una mancha hemática en la cabeza. Su médico tratante certificó muerte natural, por lo que la Fiscalía no abrió ninguna investigación.