La imagen quedó para los libros de texto. Las niñas de todo el país saben, desde ayer, que pueden ser lo que ellas quieran: astronautas, doctoras, ingenieras y, por supuesto, presidentas. Con A.
Con un vestido blanco bellísimo, elaborado con las manos de una artesana oaxaqueña, Claudia Sheinbaum se convirtió ayer en la primera mujer presidenta de México. Y de toda Norteamérica: ni Estados Unidos, que presume promover la democracia en todo el mundo, aunque sea a través de kilotones, ha sido gobernado por alguien que no sea un varón.
La banda presidencial, en un acto simbólico, la recibió de manos de Ifigenia Martínez: decana de la izquierda mexicana y mujer que, con su lucha de varias décadas, contribuyó a abrir un sendero de mayor igualdad en un mundo que estaba dominado por los hombres.
Y desde la principal tribuna del país, Sheinbaum pronunció unas palabras que emocionaron a madres, abuelas, hijas, sobrinas, nietas, profesionistas, amas de casa, estudiantes, científicas y millones de mujeres de todo el territorio nacional: "Durante mucho tiempo, las mujeres fuimos anuladas. A muchas de nosotras nos contaron desde niñas una versión de la historia que nos quería hacer creer que el curso de la humanidad era protagonizado únicamente por hombres, poco a poco esa visión se ha ido revirtiendo".
La titular del Ejecutivo enfatizó: "Hoy sabemos que las mujeres participaron en las grandes hazañas de la historia de México desde diferentes trincheras y también sabemos, que las mujeres podemos ser presidentas y con ello hago una respetuosa invitación a que nombremos presidentA con 'A' al final, al igual que abogada, científica, soldada, bombera, doctora, maestra, ingeniera, con 'A', porque como nos han enseñado, solo lo que se nombra, existe".
En su primer día como mandataria federal, Sheinbaum mostró los primeros rasgos de su estilo personal de gobernar: uno más conciliador. Un ejemplo de ello fue el saludo de mano a una ministra Norma Piña solitaria que fue desdeñada por el presidente saliente y un Congreso dominado por Morena y sus aliados.
Otro acto de su nueva autoridad fue en el Zócalo, ante 400 mil personas, donde dio su primera sorpresa: en su sexenio, dijo, se logrará reducir de 48 a 40 horas la semana laboral. Una de las mayores demandas ciudadanas y una de las mayores consignas de izquierda. Porque Claudia es, ante todo, una mujer formada en las filas de las luchas progresistas.
Y hablando de López Obrador, en un ambiente de nostalgia, acabó su sexenio: ayer dejó de ser presidente para ser un ciudadano más.Una nueva era comenzó en el país. La presidenta Sheinbaum ya comenzó a gobernar.