La Selección Nacional se encuentra en un periodo sumamente volátil; cuando no rescata resultados positivos en sus partidos de preparación rumbo al Mundial de 2026, las críticas son feroces, pero en cuanto consigue un triunfo, las campanas y el humo blanco vuelan sin mesura. Las dos posiciones no faltan a la razón, aunque exageradas, las reacciones llegan como consecuencia de las actuaciones entro de la cancha; al equipo mexicano se le debe exigir, y mucho, a partir de las facilidades y comodidades con las que son arropados los futbolistas en nuestra liga; el entorno del fútbol mexicano fabrica la idea de un balompié fuerte con futbolistas aptos para ligas de jerarquía; a veces, la realidad les contradice, y las actuaciones de la Selección, que oscilan entre la pobreza futbolística y lo sublime, no sustentan estas afirmaciones. Desde el Mundial de Catar, a los tres distintos encargados de la dirección técnica les había costado encontrar un once ideal, hay una crisis de talento en el fútbol nacional, y esto golpea al seleccionador en turno que tiene que ser paciente para que los jugadores, ya antes probados en calidad, puedan recuperarse de lesiones, bajas de ánimo y demás factores que han tenido a varios jugadores mexicanos por debajo del nivel esperado.
Después de la última Fecha FIFA, en la que la Selección Nacional enfrentó dos partidos, las observaciones sobre el fútbol que practica el equipo cambiaron diametralmente; mientras las críticas fueron implacables por el empate contra un equipo de Valencia que estaba lejos de sus años, y figuras, de bonanza, el segundo partido, contra Estados Unidos, las alabanzas fueron, también desmesuradas. Sin duda, parece que hay cierto respiro a partir de la victoria contra le equipo estadounidense; después de ocho enfrentamientos se le pudo ganar, la última victoria del conjunto mexicano fue en 2019, es decir, casi cinco años sin que la Selección Nacional pudiera obtener un resultado positivo frente a su más complicado rival. Sin echar las campanas al vuelo, la victoria en Guadalajara, sede en la que México no ganaba desde 2005, es un bálsamo en el que el total entorno del seleccionado podrá descansar tranquilamente hasta la siguiente Fecha FIFA, que corresponderá a compromisos de la Liga de Naciones en CONCACAF.
No se puede negar que hubo una diferencia notable, casi abismal, entre los dos partidos jugados; primero en actitud y por consiguiente en el fútbol desplegado; sin ser brillante el partido contra Estados Unidos, sí hubo una notoria mejoría. Cada balón se disputó con firmeza y se trato en cada jugada de aproximarse con peligro al área rival. Dentro de las preocupaciones que más habían asediado al equipo mexicano era la de no encontrar un nueve que pudiera dar la versatilidad necesaria tanto para definir como para generar opciones; Raúl Jiménez parece haber recuperado mucho del nivel que después de su terrible lesión había disminuido, afortunadamente para la causa del equipo y la suya propia. Respondiendo a las actuaciones que se le han visto en Fulham en esta temporada, la convocatoria del 9 a la Selección Mexicana responde merecidamente a la recuperación de su nivel de juego; en el partido contra E.U. fue, sin lugar a dudas, el mejor futbolista dentro del terreno de juego, participó con inteligencia, repartió balones, peleó cada uno en la zona asignada y se dio oportunidad de mostrar su calidad para ejecutar un tiro libre que solo firman los jugadores top. Si Jiménez mantiene el ritmo de juego no habrá más cuestionamientos sobre sus convocatorias, como las hubo en la Copa del Mundo pasada, y podría tener un lugar asegurado en el esquema de Javier Aguirre.
La Selección Nacional no es luz ni sombra; no es la oscuridad que jugó contra Valencia, ni tampoco es tan brillante como se puede presentar después del partido contra Estados Unidos; aún se encuentra en un proceso en el que es necesario pulir muchos aspectos de juego. También hay que tomar en cuenta que esta versión del equipo estadounidense no es esa que había mantenido una dominación total sobre el Tricolor, le hicieron falta un par de jugadores, Pulisic incluido, que saben cómo hacer daño al seleccionado mexicano. No hay mejor plataforma para trabajar que la victoria, esto no es cuestionable, pero tomando en cuenta la volatilidad del entorno futbolístico mexicano, con una hipotética derrota frente a los estadounidenses, las reacciones habrían pedido incluso las renunciad del cuerpo técnico. Sí preocupa que, a la mitad del camino rumbo a 2026, apenas se esté encontrando un once que pueda ser considerado el ideal; estos partidos amistosos pueden servir para observar jugadores, pero se esperaría que de cara a los primeros partidos oficiales, que corresponderán a la Liga de Naciones, se pueda presentar un equipo que se perfile como el definitivo.