La presidenta Claudia Sheinbaum decidió seguir los pasos de Andrés Manuel López Obrador al adoptar las conferencias de prensa matutinas o mañaneras como una herramienta clave de comunicación. En sus primeras ocho, ha demostrado un enfoque más estructurado y menos confrontativo que su antecesor. Pero, la gran pregunta es: ¿será viable que mantenga este ritmo durante los próximos seis años, como lo hizo AMLO?
A lo largo de su mandato, AMLO convirtió las mañaneras en un pilar de su gobierno. Fueron útiles al principio para fijar la agenda pública y mantener un contacto constante con el pueblo. Sin embargo, con el tiempo comenzaron a perder impacto. La confrontación constante con periodistas, la repetición de temas y la sobreexposición hicieron que se volvieran monótonas y desgastantes para él y su audiencia. Eso hizo que la percepción pública y mediática se deteriorara considerablemente.
La presidenta parece haber aprendido de estos errores. Hasta ahora, sus conferencias han sido más temáticas y concisas. Ha abordado temas específicos como la disculpa por la masacre de Tlatelolco, las reformas para la igualdad de género y la estrategia de seguridad nacional. Este enfoque más controlado, centrado en una narrativa clara y estructurada, podría ayudarla a evitar el desgaste que enfrentó AMLO. Sin embargo, el verdadero reto será si este método es suficiente para sostener la relevancia y el interés público durante todo su mandato.
Una diferencia clave es que ella ha evitado la confrontación directa que caracterizó a las conferencias de AMLO. Mientras él utilizó las mañaneras para atacar a sus críticos, ella ha optado por un tono más diplomático. Un claro ejemplo es cuando se refirió al embajador estadounidense Ken Salazar: la presidenta mostró firmeza al insistir en que los tratos diplomáticos pasen por la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero lo hizo sin caer en polémicas innecesarias. Este estilo menos confrontativo podría hacer que sus conferencias sean más sostenibles a largo plazo.
A pesar de estos ajustes, la verdadera prueba será si puede evitar que sus conferencias se vuelvan rutinarias y pierdan impacto. La fatiga política y mediática es inevitable cuando un formato no evoluciona y AMLO lo experimentó en los últimos años de su gobierno. Sus conferencias se volvieron predecibles y repetitivas, lo que desgastó su impacto. La presidenta deberá estar preparada para ajustar el formato cuando sea necesario, de lo contrario, podría enfrentar los mismos problemas.
Un riesgo importante para la presidenta es que la sobreexposición diaria diluya la fuerza de su mensaje y desgaste su imagen pública. Si no innova en el formato, las conferencias podrían perder relevancia y volverse ineficaces. Para evitar este destino, podría considerar reducir su frecuencia o hacerlas más interactivas, integrando participación ciudadana directa.
En conclusión, si la presidenta Sheinbaum quiere que las mañaneras sean viables durante su mandato, deberá adaptarlas a medida que avance el tiempo, evitando los errores cometidos por AMLO. El reto será mantener la frescura y relevancia sin caer en la repetición o la saturación mediática, y aprovechar el formato como una herramienta efectiva de gobernanza.