El próximo 2 de junio los mexicanos elegiremos a la próxima presidenta de la república. Hasta el momento, según las encuestas serias, Claudia Sheinbaum Pardo será quien suceda al presidente Andrés Manuel López Obrador. Este cambio de mando, sin duda, traerá consigo una serie de expectativas y especulaciones sobre el rumbo que tomará el país.
Los estadounidenses también votarán en una elección crucial el 5 de noviembre, poco después de que Sheinbaum asuma su cargo. También, de acuerdo con las encuestas, el 20 de enero de 2025 Donald Trump podría regresar a la presidencia. Este posible cambio en Estados Unidos, combinado con el de México, configura un escenario político complejo y de gran relevancia.
En el caso de que Sheinbaum y Trump gobiernen a México y EEUU, respectivamente, enfrentaremos un panorama de retos diplomáticos y económicos muy complicados. Por un lado, el gobierno de Trump, caracterizado por un proteccionismo agresivo, podría desencadenar una situación económica volátil para México, con riesgos de guerras comerciales que impactarían sectores vitales como el automotriz y el agrícola.
Por otro lado, la postura inflexible de Trump en temas migratorios contrastaría marcadamente con la de Sheinbaum, probablemente enfocada en un enfoque más humanitario. Esta diferencia afectaría a los mexicanos en EEUU y pondría una presión adicional sobre las capacidades del gobierno mexicano para manejar el flujo migratorio.
En cuanto a la política ambiental, es probable que Sheinbaum pusiera un énfasis en la sostenibilidad, mientras que Trump continuaría desestimando el cambio climático. Esto dejaría a México en una posición delicada en cuanto a cooperación ambiental.
En el frente de la seguridad y la lucha contra el narcotráfico, las preferencias de Trump por soluciones militarizadas frente al enfoque más social de Sheinbaum resultarían en un esfuerzo bilateral ineficiente, incrementando la violencia en México y fortaleciendo a los cárteles.
La imprevisibilidad de Trump generaría una considerable incertidumbre económica para México. Las inversiones podrían frenarse, el crecimiento económico estaría en riesgo y sectores integrados directamente a con la economía estadounidense podrían verse afectados.
En términos de diplomacia, la colisión entre el estilo confrontacional de Trump y la probable diplomacia de Sheinbaum complicaría las negociaciones bilaterales y enfriaría las relaciones.
Internamente, Sheinbaum se enfrentaría a presiones para resistir cualquier política estadounidense invasiva, lo que podría llevarla a decisiones que prioricen la política interna sobre una política exterior pragmática. Las políticas de Trump podrían crear mayores crisis humanitarias en nuestra frontera, forzando a México a manejar un gran número de migrantes y solicitantes de asilo sin tener los recursos para hacerlo.
Finalmente, el nacionalismo en México, avivado por políticas impopulares de Trump, podría presionar a Sheinbaum a adoptar una postura más dura, generando acciones de represalia y una mayor tensión en las relaciones bilaterales.
Cada uno de estos riesgos subraya la importancia de una estrategia diplomática cuidadosa y equilibrada del siguiente gobierno mexicano.
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