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El suicidio aún no es un problema grave, pero se debe actuar antes que lo sea

No todo lo que ocurre en México tiene que ver con los miles de políticos y funcionarios que para bien o para mal existen en nuestro país.

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Los acontecimientos políticos ocurridos en las últimas semanas, como la selección definitiva de las virtuales candidatas a la presidencia de la república, atrajeron la atención de un porcentaje importante de la población.

Sin embargo, no todo lo que ocurre en México tiene que ver con los miles de políticos y funcionarios que para bien o para mal existen en nuestro país. A fin de cuentas, la realidad también la determinamos cada uno de los más de 126 millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños que vivimos en México y que, según la circunstancia particular de cada uno, influimos sobre nuestra realidad, la de nuestro entorno más cercano y más allá de éste.

Por ejemplo, debido a la efervescencia política de la semana pasada pasó casi desapercibido el informe que el INEGI difundió el viernes con motivo de la conmemoración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.

De acuerdo con dicho informe, las muertes por suicidio han aumentado. En 2017, la tasa de suicidio fue de 5.3 por cada 100 mil habitantes. En 2022 la tasa disminuyó a 6.3, después de alcanzar un 6.5 en 2021. Lo anterior significa que en 2022 se registraron 8123 suicidios, 1629 más que los 6494 ocurridos en 2017. Además, “Para 2022, la tasa de suicidio en hombres fue de 10.5 por cada 100 mil, en tanto que en mujeres, fue de 2.3 por cada 100 mil. Los datos anteriores se traducen en que ocho de cada 10 fallecimientos por suicidios (81.3 %) ocurren en hombres y dos de cada 10, en mujeres (18.7 %)”.

El aumento del 25.1% en el número de personas que de 2017 a 2022 decidieron quitarse la vida debe preocuparnos a todos, máxime que esta cifra no incluye a quienes se mataron, queriéndolo o no, por una sobredosis de alguna droga legal como el alcohol o un opiáceo sintético de venta regulada, o ilegal como la cocaína, la heroína, la metanfetamina o el fentanilo, por mencionar algunas.

Ahora bien, la tasa general de suicidio de 6.3, si bien dista mucho de estar entre las más altas del mundo, coloca a nuestro país en el lugar número 84 de entre 183 países que para este tema clasifica la OMS. México está muy debajo de naciones desarrolladas como Corea del Sur (21.2), Estados Unidos (14.5), Finlandia (13.4), Suecia (12.4), Japón (12.2), Noruega (11.8), Islandia (11.2), Canadá (10.3) y Suiza (9.8).

La tasa de suicidio para hombres de 10.5, coloca a nuestro país en el lugar 95 de entre 183 países. De nuevo, bastante debajo de la mayoría de los países desarrollados.

Un suicidio acarrea graves consecuencias.

Para las familias de los suicidas, los efectos generalmente son devastadores y a largo plazo. Las familias sienten duelo intenso, shock, culpa, enojo, tristeza, miedo y problemas de salud física y mental.

Para un país, los costos económicos pueden ser significativos. Los costos directos incluyen los de la atención médica para el intento de suicidio o la muerte, así como el costo de los gastos funerarios. Los indirectos incluyen la pérdida de productividad debido a la muerte de un trabajador, así como el costo del dolor y la pérdida para los sobrevivientes.

Para que el número de suicidios no siga en aumento, se requieren redes públicas y privadas de prevención y apoyo para suicidas potenciales y familiares de quienes se haya quitado la vida.

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