Desde antes de iniciar su primera campaña presidencial en 2006, cuando era perredista, el presidente Andrés Manuel López Obrador se quejó de que contra él actuaban los que, según él, “se creían dueños de México”. Después en sus campañas de 2012, aún siendo del PRD, y de 2018, ya como candidato de MORENA, siguió diciendo que la por él denominada mafia del poder quería impedir que ganara la presidencia.
Que ese supuesto club de poderosos no logró su objetivo es obvio. El 1 de julio de 2018 AMLO ganó la elección presidencial y cinco meses después se convirtió en el jefe del Estado mexicano y titular del poder ejecutivo.
El denunciar que es víctima de los supuestos mafiosos aparentemente le ha funcionado, porque después de casi 24 años de hacerlo sigue diciéndolo a pesar de que millones de mexicanos lo apoyan y que él mismo, por ser presidente de México, es el más poderoso de los potentados que hay en el país.
Al decirlo parecería que ha sido incapaz de dominar o neutralizar a ese grupo de poderosos, a pesar del incuestionable poder legal y supralegal que le confiere su cargo.
Ayer volvió a victimizarse ante sus seguidores al decir, durante su conferencia de prensa, que “es muy injusto que el grupo de potentados que se sentían dueños de México, con todo su dinero, con sus medios de información, con sus intelectuales a sueldo, estén lanzados en contra de nosotros y que las autoridades nos limiten nuestra libertad, la libertad de manifestación, de expresión, la libertad de réplica, el derecho a disentir”. Estaba refiriéndose a la orden que le hizo la Comisión de Quejas y Denuncias del Instituto Nacional Electoral (INE) de dejar de hacer declaraciones de carácter político-electoral y retirar las partes de cinco de sus conferencias en las que las hizo.
El INE adujo que sus palabras pueden influir en el ánimos los votantes en las próximas elecciones, con lo que viola los principios de imparcialidad y neutralidad y otras normas del proceso electoral federal que pronto empezará.
Pese a que la orden del INE se basa en lo dice la Constitución y varias leyes federales, AMLO se dolió de que “nuestros adversarios, quisieran que estuviésemos atados y callados, nos quisieran silenciar …”.
¿Quiénes son, según Andrés Manuel, esos potentados que conforman la mafia del poder?
En su libro La mafia que se adueñó de México... y del 2012 (Grijalbo, 2010), aseguró que “son 30 personajes en total, 16 hombres de negocios, 11 políticos y tres tecnócratas, todos encabezados por Carlos Salinas de Gortari”.
Desde entonces hasta ahora los integrantes de su lista han variado y curiosamente, poco antes de ganar la presidencia dijo que le gustaría trabajar con varios de los que antes identificó como mafiosos y, no solo eso, de algunos de ellos se ha expresado maravillosamente desde que es parte de ese club de poderosos.
Sería conveniente que el presidente nos explicara cuáles de los que estaban anotados en su lista original ya no son parte de esa mafia y quienes, según él, pasaron a engrosar sus filas.
Que el presidente tiene adversarios poderosos es incuestionable, pero ¿cuál de sus antecesores no los tuvo?
Después de casi cinco años en el cargo, es hora de que Andrés Manuel deje de quejarse y piense en cómo le va a dejar el país a su sucesor(a).
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