Nueve mujeres gobiernan igual número de entidades de la Federación. Ellas son las morenistas Marina Ávila de Baja California, Layda Sansores de Campeche, Claudia Sheinbaum de la Ciudad de México, Indira Vizcaíno de Colima, Evelyn Salgado de Guerrero, Mara Lezama de Quintana Roo y Lorena Cuellar de Tlaxcala; y las panistas Tere Jiménez de Aguascalientes y Maru Campos de Chihuahua.
A partir del viernes entrante, día en que dejará el cargo Sheinbaum, serán ocho, pero el 15 de septiembre de nuevo serán nueve después de que Delfina Gómez asuma la gubernatura del Estado de México.
En la Cámara de Diputados federal, la mitad de los 500 legisladores son mujeres y en el Senado ocurre algo similar, 63 de las 128 senadurías están en manos femeninas.
Nueve de las 19 personas que integran el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador son mujeres: Alicia Bárcena Ibarra de Relaciones Exteriores, Rosa Icela Rodríguez de Seguridad y Protección Ciudadana, Adriana Montiel de Bienestar, María Lusa Albores de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rocío Nahle de Energía, Raquel Buenrostro de Economía, Leticia Ramírez de Educación Pública, Luisa María Alcalde de Trabajo y Previsión Social y Alejandra Frausto de Cultura.
Es indudable que las leyes que obligan a alcanzar la paridad de género en los órganos gubernamentales federales, estatales y municipales de algo han servido para cerrar la brecha de las oportunidades de desarrollo profesional que desde siempre han beneficiado a los hombres.
Sin embargo, falta mucho para que se alcance la paridad absoluta.
Hasta el 9 de junio, solo en seis estados existía la paridad en los gabinetes de los gobernadores. Estos son (con el porcentaje de mujeres que integran el gabinete local entre paréntesis: Colima (63.6%), Puebla (58.8%), Chiapas y Oaxaca (56.3% cada uno) y Guerrero (50.0%).
Resulta difícil de entender porque en Aguascalientes, Baja California, Campeche, Chihuahua, Ciudad de México, Quintana Roo y Tlaxcala, que son siete de los nueve estados gobernados por mujeres, no se haya alcanzado la paridad de género. ¿Acaso sus gobernadoras no creen que hay mujeres capaces de ocupar esos cargos? ¿O tal vez tienen miedo de que otra mujer opaque su imagen?
Todo lo anterior viene a cuento porque hay personas, sobre todo políticos de todos los colores, que gustan presumir que gracias a ellos se alcanzó ya la paridad de género, cuando eso dista de ser cierto. Y, pero aún, a esos políticos les cree la gente que los escucha.
Hace un par de días el Programa de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas difundió su Índice de Normas Sociales de Género que corrobora que alrededor del mundo persisten amplias y profundas brechas de género y que “aproximadamente nueve de cada 10 hombres y mujeres en el mundo siguen manteniendo en la actualidad un sesgo contra las mujeres. La mitad de la población mundial todavía cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres, y más del 40% opina que los hombres son mejores ejecutivos empresariales. Un alarmante 25% de la población cree que está justificado que un marido le pegue a su esposa.
¿Las gobernadoras que impiden la paridad en sus gabinetes, son parte de esa mitad de la población que “todavía cree que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres”? Todo parece indicar que sí lo son.
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