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La Mañanera y los apóstoles

El neoliberalismo sigue vigente, ideológica y materialmente, pero como el líder dice que lo combate, estamos construyendo un Estado de bienestar.

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Voceros, e intentos de intelectuales del oficialismo, hablan de La Mañanera como si fuera un ritual que nos revela la verdad de las cosas, y nos invitan a unirnos desde la fe.

El ritual consiste en que el líder, virtuoso en honestidad y sabiduría, explica sin sesgos y sin mala fe los problemas nacionales. La evidencia es su palabra; su legitimidad es la bondad, y sus adversarios son las mentiras que enarbolan todos los que no son él.

Algunos doctores y doctoras, profesores y profesoras de posgrado, han renunciado al estudio y a la defensa de la evidencia empírica. La prensa exhibe documentos oficiales que prueban que hay una agencia de seguridad que espía a activistas de derechos humanos, pero como el líder lo niega, es mentira.

Una ministra de la Suprema Corte plagia en su tesis de licenciatura, pero como el líder dice que es un pecado menor y que ella es víctima de ataques de los conservadores, entonces no hay ningún problema.

El presidente está por desaparecer una agencia de información del Estado y en los hechos busca inutilizar al Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI), pero como dice que no sirven para nada y que basta con el ritual de La Mañanera para difundir información confiable, entonces vivimos una época en donde lo público es más público.

En el país diario ocurren desapariciones, homicidios, violencia y feminicidios, pero como el líder dice que, a diferencia de otros países, aquí se puede caminar tranquilamente por las calles, entonces esto debe ser cierto.

Aspirantes a intelectuales que se dicen marxistas han renunciado al análisis material de la realidad y abrazan la abstracción como evidencia. La oligarquía es más rica, pero como el líder dice que no es cierto, vamos ganando la lucha de clases.

El neoliberalismo sigue vigente, ideológica y materialmente, pero como el líder dice que lo combate, estamos construyendo un Estado de bienestar.

Los datos oficiales muestran que los jóvenes viven con mayor precariedad que antes, pero como el líder dice que se les beneficia como nunca, estamos ante un relevo generacional y de clase.

Como ocurre con los dogmas y sus rituales, todos los que no forman parte de ellos son herejes, ignorantes, mal pensados y mal intencionados.

El diálogo y el debate no es posible, pues, a fin de cuentas, lo que importa es la supuesta superioridad moral que les otorga sus creencias, solo que, en política, los dogmas terminan mal, porque tarde o temprano la realidad se impone y demuestra que no basta con creer en algo para cambiarla.