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Liturgia "mañanera"

La “mañanera” no es un espectáculo sino un foro para autopromoción, adoctrinamiento y linchamiento a los adversarios.

Créditos: Cuartoscuro
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Voces plagadas de ira, rencor y cierta dosis de ingenuidad demandan la cancelación de las “mañaneras”.

Desde que Andrés Manuel López Obrador fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México así marcó, con éxito, la agenda política cotidiana. Hoy, las “mañaneras” presidenciales son un eficaz mecanismo de comunicación innovador como eje y motor del mandato; liturgia, dogma, homilía, pedagogía y proclama; es un ejercicio para el engaño y el desengaño, para jugar con la sensibilidad de millones de devotos de la iglesia cuatroteísta.

–¿Por qué debería dejar de hacerlo?

Es irrelevante si el sermón presidencial ha perdido audiencia. La “mañanera” no es un espectáculo sino un foro para autopromoción, adoctrinamiento y linchamiento a los adversarios. No es un ejercicio democrático ni mucho menos de rendición de cuentas, sino de rendición de cuentos. No le busque más.

Si por un lado los críticos presidenciales tienen razón en que las “mañaneras” son un escaparate de mentiras, ilegalidades, ocurrencias y hasta ridículos, también esos críticos son culpables de morder el anzuelo de la provocación diaria y caer en el juego del astuto mandamás de Palacio.

Guste o no, López Obrador ha utilizado los recursos del Estado para su promoción tal y como lo hicieron sus antecesores con similar cinismo.

Y, si el monólogo presidencial “mañanero” no les gusta pues no lo sigan; paren de sufrir.