En el Congreso de Estados Unidos surge una iniciativa, impulsada por los legisladores republicanos Dan Crenshaw, de Texas, y Michael Waltz, de Florida, que considera a los narco cárteles mexicanos como organizaciones terroristas.
No hay fecha para analizar la agresiva propuesta; se ve imposible que los militares estadunidenses puedan intervenir en México para combatir principalmente al Cártel de Sinaloa. Sin embargo, el fiscal general, Merrick Garland, no ve con malos ojos la propuesta.
Antes, 21 fiscales estatales, todos republicanos, exigieron al presidente Biden dejarse de tonterías y actuar de una vez contra los narcos mexicanos; hablan de “seguridad nacional”.
Para atizar el fuego, William Barr, exfiscal en tiempos de Donald Trump, escribió un artículo en el diario The Wall Street Journal; sostuvo que la solución a la crisis del fentanilo, veneno que ha matado a 108 mil adictos estadunidenses, es otorgar autoridad al presidente Biden para usar al Ejército de Estados Unidos contra los cárteles mexicanos; responsabiliza a López Obrador de protegerlos. Afirma que la cabeza de la serpiente está en México.
El presidente de la República acalla a esos pocos locos cuando dice:
“Es más que nada propaganda porque el día 27 de febrero presentó el Departamento de Estado del gobierno de EU al Congreso su informe sobre terrorismo y da a conocer que no hay en México ningua vinculación con grupos terroristas y que la cooperación en este tema es buena entre los gobiernos; ese es el informe del Depto de Estado al Congreso que es lo que va a discutirse…”
Lo que no se atrevió a decir López Obrador es que detrás de la iniciativa hay trasfondo político, dada la cercanía de las elecciones presidenciales, y que su “amigo” Joe Biden, quien pretende reelegirse sin tener suficiente fuerza para lograrlo, está sometido a enorme presión.