Hasta ayer, el virus SARS-CoV-2 y sus variantes habían matado a 18 127 283 personas alrededor del mundo, de acuerdo con las proyecciones realizadas por el Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), el centro independiente de investigación de salud global de la Universidad de Washington.
El número resulta de sumarle a las 7 402 194 muertes por COVID-19 reportadas por las autoridades de los países las 10 725 089 muertes atribuibles a COVID, incluyendo muertes que no fueron reportadas.
Las proyecciones del IHME “muestran la demanda de servicios hospitalarios, las muertes reportadas y en exceso debido a COVID-19, las tasas de infección y pruebas, y el impacto del distanciamiento social, organizados por país y estado”.
Además de los millones de muertos, la pandemia generó una crisis económica de grandes proporciones. Se estima que unas 500 millones de personas cayeron en pobreza extrema, lo que ha puesto en riesgo el progreso que tras décadas de esfuerzos se alcanzó en el mundo, sobre todo en las economías emergentes.
El costo de la pandemia es multibillonario. Tan solo en 2020, de acuerdo a un estimado realizado por David M. Cutler y Lawrence H. Summers, ambos de la Universidad de Harvard, el COVID-19 le costó a EEUU 16 billones de dólares por concepto de reducciones del PIB y de la salud de las personas más los costos que significaron las pruebas de COVID, el rastreo de contactos y el aislamiento de millones de personas.
La pandemia nos enseñó que los seres humanos y todo lo que hemos construido podemos ser duramente golpeados y debilitados por un virus microscópico.
Si embargo, las autoridades sanitarias no solo deben preocuparse de la aparición de virus letales como el SARS-CoV-2 sino de las denominadas superbacterias, tal y como lo advierte el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en su reporte difundido ayer que se titula Preparándose para las supermicrobios: fortalecimiento de las medidas ambientales relativas a la respuesta por el enfoque 'Una sola salud' ante la resistencia a los antimicrobianos.
En su reporte, la agencia de la ONU señala que “Se estima que la resistencia a los antimicrobianos (RAM) podría provocar hasta 10 millones de muertes cada año para 2050, una cifra similar a la tasa de mortalidad por cáncer en 2020… la RAM está íntimamente ligada a la pobreza, falta de saneamiento, falta de higiene y contaminación… La contaminación asociada a los sectores importantes de la economía acelera la aparición, la transmisión y la propagación de la RAM; el costo económico de la RAM podría representar una caída del PIB de al menos 3.4 billones de dólares anuales para 2030, lo que conduciría a 24 millones de personas más a la pobreza extrema”.
El reporte concluye, entre otras cosas, que “Usando el enfoque ‘Una sola salud’, que reconoce que la salud de las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente están estrechamente vinculados y son interdependientes, puede atacarse eficazmente la RAM.
¿Cuánto le costará en vidas y recursos a México la resistencia a los antimicrobianos que resulta de los altos niveles de pobreza y el abuso en el consumo de dichos productos?
El reporte puede verse en www.unep.org/resources/superbugs/environmental-action
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