Severa controversia desata la condecoración otorgada por el presidente de la República al mandatario cubano, Miguel Díaz-Canel.
Para empezar, la Orden del Águila Azteca, máxima distinción concedida a extranjeros por servicios eminentes a la Nación Mexicana se ensucia, se devalúa a corcholata, al premiar al heredero de una dictadura represora de su pueblo.
¿Por qué el afán de López Obrador para congraciarse con el régimen cubano? ¿Por qué levantar la voz contra el perverso embargo yanqui a la isla, que dura 60 años?
¿Estados Unidos es el único culpable de la ruina cubana?
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Al tiempo que la izquierda nostálgica aplaude a rabiar, los críticos de la Revolución Cubana lo reprueban.
¿Usted de que lado se peina?
¿Del que admira a un régimen totalitario, represor de las libertades de un pueblo sumido en la pobreza o del que lamenta el fracaso moral del modelo castrista?
¿Qué tiene que ver el pernicioso embargo “gringo” con el encarcelamiento de opositores y fusilamiento a traidores contrarrevolucionarios? ¿con el brutal control de la libertad de expresión y de reunión?
¿Será que la condecoración al déspota Díaz-Canel es un homenaje a la política de odio a la disidencia?
¿No será que los tiranos necesitan abrazarse como hermanos?