Delfina Gómez y Alejandra del Moral protagonizarán el duelo del siglo... literalmente.
El próximo 4 de junio la ciudadanía decidirá entre dos opciones: la primera es si optará por la alternancia en la entidad, acabando con casi 100 años de hegemonía priista, o, por el contrario, mejor vale viejo conocido que nuevo por conocer, es decir, mejor no arriesgarse por Morena.
Decidan lo que decidan las y los mexiquenses, los comicios en la tierra de los volcanes del Anáhuac y el padrón electoral más grande del país definirán el destino de la nación para los próximos años.
Si la maestra Delfina triunfa en las urnas, obteniendo su revancha seis años después de que perdió contra Alfredo del Mazo en una reñida jornada electoral, no habrá forma de que Morena pierda en las elecciones del 2024: serán indestructibles, imbatibles. Tendrán en sus manos la mayor cantidad de votantes potenciales en todo el territorio nacional.
En caso de que suceda lo contrario y triunfe el Revolucionario Institucional, en conjunto con sus nuevos aliados, el PRD y el PAN (que hace seis años eran enemigos mortales en la entidad), los guindas podrían empezar a escuchar pasos en la azotea.
Una derrota de Morena en el Estado de México sería el impulso que la oposición necesita para demostrar que el tsunami guinda puede ser detenido y que hay posibilidad de ganarle al partido del presidente en el 2024.
Que las precampañas de Ale del Moral y la maestra Delfina hayan terminado, las dos, en el mismo municipio el mismo día y a la misma hora es una señal de los nuevos tiempos que se viven en la entidad: el poder simbólicamente ya no pasa por Atlacomulco, sino por Texcoco.
Ahí es donde se concentra el polo de poder en el Estado de México.
El PRI podrá seguir gobernando la entidad, pero en esta elección Morena jugará de local.