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AMLO le quemó los pies a Cuauhtémoc

López Obrador no sería hoy presidente de la República si no fuera por Cuauhtémoc Cárdenas.

Créditos: Cuartoscuro
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Cuauhtémoc Cárdenas no es el padre de la izquierda en México, como afirmaron algunos. Eso sería borrar el legado de personajes variados (y a veces tan disímiles entre sí) que fueron seminales en la construcción de la misma en el país. Campa, Lombardo, Mugica, los propios hermanos Flores Magón y el mismísimo general Lázaro Cárdenas.

Tampoco hay que restarle méritos. Cuauhtémoc es el último gran referente de la izquierda mexicana en el Siglo XX. Así como, Andrés Manuel López Obrador, es, para bien o para mal, la gran figura de este espectro ideológico en la primera mitad del Siglo XX| mexicano. 

Por eso resulta inadmisible y lamentable que, desde el púlpito presidencial, el titular del Ejecutivo lance ataques contra una de las grandes instituciones políticas de esta nación y a quien, por cierto, le debe gran parte de su propia carrera política. 

López Obrador no sería hoy presidente de la República si no fuera por Cuauhtémoc Cárdenas.

Y eso se lo debe por muchas razones: el michoacano fue pilar de la transición democrática en el país, además de que fue fundador del PRD, partido que catapultó a AMLO a la escena nacional.

Fue gracias al cardenismo y su escisión del PRI en los 80, lo que permitió que López Obrador, convencido por figuras del movimiento como Graco Ramírez, fuera candidato a gobernador de Tabasco, donde, la segunda y última vez que contendió, fue víctima de un fraude grosero a manos de Roberto Madrazo, lo cual puso el nombre del macuspano en las primeras planas nacionales.

Como presidente del PRD, a AMLO le tocó la histórica victoria de Cárdenas como primer Jefe de Gobierno de la Ciudad de México... y por lo tanto, convertirse, a partir de ese momento, en uno de sus posibles sucesores.

El periodista Alejandro Almazán narra en su reciente libro Jefas y Jefes, publicado por Grijalbo este 2023, cómo fueron las pugnas internas dentro del sol azteca para renovar la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en el ocaso del viejo siglo.

Las comidas y reuniones donde versiones señalan que Cárdenas, confrontado con Porfirio Muñoz Ledo, no quiso darle a éste, con manotazo en mesa de por medio, el visto bueno para convertirse en su relevo como titular del Ejecutivo de la capital del territorio nacional.

Eso abrió las puertas a que, con su venia, el tabasqueño fuera eventualmente Jefe de Gobierno del Distrito Federal y, por lo tanto, aspirante natural a la presidencia de México.

Fue en el restaurante Mesón del Cid, en el Centro capitalino, donde los perredistas convencieron a AMLO de tomar la estafeta y contender por el Ejecutivo local. Casi dos décadas después, llegó al Ejecutivo federal con 30 millones de sufragios.

El arribo de López Obrador a Palacio Nacional en 2018 tiene mucho mérito propio, obviamente, pero también su triunfo fue el triunfo de una lucha de décadas que, en su momento, tuvo a Cuauhtémoc Cárdenas como su punta de lanza. Ahora éste se retira del último proyecto político en el que colaboró, Mexicolectivo, en 2023, tras ser acusado de tornarse un adversario de Palacio Nacional, como cualquiera que ose pensar distinto (véase Carmen Aristegui).

Los ataques del presidente son la ignominia. Y nadie los merece. Mucho menos a una figura a la que se le debe tanto.