Se han acostumbrado a vivir y hablar en la desmesura. Florestán.
Con los años que tengo de reportero, más de 55, y los que tengo de conocer a Andrés Manuel López Obrador, más de 27, no alcanzo a entender su indiferencia con las 174 mil 98 personas asesinadas y deudos, en los cinco años y doce días de su gobierno, y la deferencia con las bajas de algunas familias del crimen organizado.
Lo digo porque pocas veces ha tenido una expresión de pésame, acompañamiento o empatía, ante los asesinatos de más de 174 mil personas a lo largo de su gobierno, como lo acreditó en el homicidio de los seis universitarios de Celaya, a los que acusó falsamente de morir por drogadictos cuando, los secuestraron en un balneario, no iban a comprar droga, como aseguró López Obrador el miércoles: Estos muchachos que asesinaron fue por el consumo (de drogas) porque le fueron a comprar a alguien que estaba vendiendo droga en un territorio que pertenecía a otra banda.
Aquí hay dos aspectos, la revictimización de los estudiantes, eran drogadictos, los sentenció, y el reconocimiento presidencial de que hay territorios controlados por el crimen organizado.
En contraste con esa doble criminalización de los universitarios de Celaya, a la muerte de la madre del capo del crimen organizado, Joaquín Guzmán Loera (a) El Chapo Guzmán, y abuela de los jefes del cártel de los llamados Chapitos, López Obrador se mostró empático al día siguiente de tratar de disminuir el asesinato de los jóvenes de Guanajuato: Respeto a la señora. Cualquier ser humano que pierde la vida merece respeto y consideración a sus familiares, a todos los que pasen por ese trance, declaró.
Y pregunto: ¿Por qué López Obrador no dedicó ese pensamiento a los seis universitarios asesinados ni a sus deudos ni a ninguna de las otras 174 mil víctimas de la violencia y familiares y sí a la familia de El Chapo Guzmán?
No lo entiendo.
Este no es aquel López Obrador que conocí, hoy distante con las víctimas y deferente con los victimarios.
RETALES
- ONCE.- El Senado elegiría hoy a la ministra número once que, con su renuncia, Arturo Zaldívar le regaló al presidente. De ser, sería Bertha María Alcalde Luján, hermana de Luisa María, titular de Gobernación, que recibió a los líderes de la oposición del Senado. No elegirla dejaría que por primera vez un presidente designara a una ministra de la Corte;
- FISCAL.- También hoy el Congreso local ratificará, o no, a Ernestina Godoy como fiscal de la Ciudad de México, para lo que Morena carece de la mayoría calificada de 44 de sus 66 legisladores. Veremos a quién doblan y a quién no; y
- ABSOLUTISMO.- La decisión de López Obrador de desaparecer los organismos autónomos que tiene que aprobar el Congreso, se irá para el año que viene. También carece de la mayoría calificada para sepultarlos.
Nos vemos mañana, pero en privado.