Desde tiempos en los que Oliver Stone visitaba la selva lacandona de manera recurrente, ha sido un reto separar al personaje fan de Derrida, el ahora “Capitán Insurgente Marcos”, del complejo movimiento zapatista. Esto ha sido así porque los reflectores recayeron sobre su personaje, sus entrevistas y sus divertidas declaraciones públicas; invisibilizando así la vida cotidiana, la estructura y la organización de los zapatistas. En algunos casos, hay que decir, esto no fue culpa exclusiva del siempre sesgado centralismo político y sus medios de comunicación, sino también del excesivo protagonismo de quien también se llamó alguna vez “Galeano”.
Hace unos días, el “Capitán” inició una serie de valiosas reflexiones sobre el futuro, tema que no suele estar en nuestra conversación pública, gracias al ensimismamiento de la clase política y de los analistas políticos que viven obsesionados con el ahora. Todo iba bien hasta que sus escritos y los cambios que anunciaron los zapatistas fueron retomados nuevamente por la prensa. Ante eso, el “Capitán” se disfrazó del “Sup”, ese personaje que escondía detrás del pasamontañas la soberbia de Rafael, y se dedicó a descalificar a los que le prestaron atención.
En sus escritos anteriores, habló sobre los problemas del mundo, del país y de Chiapas, en donde destacó al crimen organizado y su complicidad con el gobierno. En el texto titulado, “Tercera Parte: Dení”, se lee textualmente lo siguiente:
“Vemos también lo que llamamos el Crimen Desorganizado, que son los mismos malos gobiernos, de todos los partidos políticos, que se esconden y se pelean por el dinero. Este Crimen Desorganizado es el principal traficante de drogas y personas; el que se queda con la mayor parte de los apoyos federales; el que secuestra, asesina, desaparece; el que hace negocio con la ayuda humanitaria; el que extorsiona, amenaza y cobra derecho de piso con impuestos que son para que un candidato o candidata digan que ahora sí van a cambiar las cosas, que ahora sí se van a portar bien”.
Sin embargo, cuando la prensa del centro retomó el tema del narcotráfico y sus implicaciones para las organizaciones zapatistas (sobre todo este reportaje de N+), el “Capitán” explotó: “ya les íbamos a contar de qué va todo este asunto, pero leyendo, viendo y escuchando la sarta de barbaridades que dicen y escriben los “especialistas” en todo y conocedores de nada (sobre supuestos repliegues, desmantelamientos, avances del crimen organizado y “vueltas al pasado” -coletos tenían que ser la mayoría-), pues decidimos mejor dejarlos que sigan eructando”.
Al parecer, en su opinión, nadie entendió lo que dijo textualmente y lo que también dijo textualmente el Subcomandante Moisés en la “Cuarta Parte: Primera Alerta de Aproximación”: “las principales ciudades del suroriental estado mexicano de Chiapas están en un completo caos. Las presidencias municipales están ocupadas por lo que nosotros llamamos sicarios legales o Crimen Desorganizado. Hay bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado, balaceras. Esto es efecto del padrinazgo del gobierno del estado y la disputa por los cargos que está en proceso. No son propuestas políticas las que se enfrentan, sino sociedades criminales”.
Y, peor aún, está muy indignado porque nadie tuvo la decencia de buscarlo, como en sus mejores tiempos, para que nos iluminara con sus inteligentes frases. En su opinión: “siempre es mejor, aunque más incómodo y no deja paga, entrevistar a los actores, no a los espectadores, villamelones y paramilitares haraganes”.
En vez de aprovechar la ocasión para evidenciar la terrible realidad que azota a nuestro país y a las comunidades zapatistas, el finado Subcomandante Marcos decidió disfrazarse del señor que vive en Palacio Nacional, y descalificó sin argumentos a la prensa y a los analistas que, insisto, recuperaron su alerta sobre la situación en Chiapas.
Si el señor de Palacio dice que los medios que cubren Acapulco son “buitres”, “viles”, “zopilotes”, cuyo “Dios es el dinero” y “no les importa la gente”; el “Capitán” menciona que los analistas y periodistas que cubren y analizan Chiapas y al movimiento zapatista son “coletos”, personas que padecen “tortícolis teórica” y que se “mastrurban con la mañanera” o con “la destrucción, las muertes, los asesinatos, las violaciones, las desapariciones, el hambre, la guerra, las enfermedades, el dolor y la pena” (todo esto son citas textuales de su escrito la “Quinta Parte: ahí va el golpe, joven”; pa que no diga que lo andamos mal interpretando). No cabe duda que los mesiánicos se parecen mucho entre sí y se enojan mucho cuando no les hacen reverencia.
Sin embargo, los zapatistas también experimentan eso que se conoce como relevo generacional (y que buena falta le hace a este país). El Subcomandante Moisés, a diferencia del “Sup”, tuvo la gentileza de explicarnos con detalle los cambios que ocurren desde el seno de la estructura zapatista, la cual cuenta con nuevos anhelos que se compaginan bien con las demandas históricas del movimiento.
En la “Novena Parte: la nueva estructura de la autonomía zapatista”, el Subcomandante Moisés señaló que llevan pensando la nueva organización desde hace diez años y que hace tres años que preparan ponerla en práctica; que están dispuestos a “aprender de otros que [...] tienen nuestras mismas preocupaciones y semejantes anhelos de democracia, libertad y justicia”; y que, en efecto, su interesante reestructuración es “para aumentar la defensa y seguridad de los poblados y de la madre tierra en caso de agresiones, ataques, epidemias, invasión de empresas depredadoras de la naturaleza, ocupaciones militares parciales o totales”.
Finalmente, cerró su posicionamiento con una interesante autocrítica:
“Seguramente hemos cometido muchos errores en todos estos años. De seguro haremos más en los siguientes 120 años. Pero NO nos rendiremos, NO cambiaremos de camino, NO nos venderemos. Siempre estaremos revisando con mirada crítica nuestra lucha, sus tiempos y modos”.
No hay duda de que ante la crisis mundial y nacional, como indica el Subcomandante Moisés, los zapatistas inician una nueva etapa, reconociendo sus errores, pero fortaleciendo sus avances y la decencia que dirige su lucha. La nueva estructura zapatista, a diferencia de mi querido “Capitán”, no se centra en los “followers y likes”, sino en “las arrugas y cicatrices” (esta es una cita de la “Octava Parte: hay que leer para saber de qué se trata”; lo aclaro para que no se vaya a encolerizar el “Sup”, ya no está en edad para esas cosas).
Desde algún lugar de la Ciudad de México.
Un especialista en nada al que no le gusta eructar.