El sueño de Yasmín Esquivel terminó... pero no su escándalo.
Ayer, la ministra y el presidente Andrés Manuel López Obrador sufrieron un revés en la votación de la Suprema Corte al perder abruptamente en los sufragios para renovar la presidencia de dicho poder del Estado.
Norma Piña, quien ha sido la ministra más independiente en la Corte, hizo historia al convertirse en la primera mujer en ser presidenta de la SCJN. Algo que, penosa y sorpresivamente, no había pasado en dos siglos.
Ella misma lo resumió a la perfección: "rompió el techo de cristal". Enhorabuena por la abogada y jueza de carrera, que desde el 2015 forma parte del máximo órgano judicial.
El presidente AMLO volvió a perder. No logró colocar en el cargo a Esquivel, quien es indefendible. Pero pudo ser peor para el mandatario: el calderonista Gutiérrez Ortiz Mena pudo ganar... pero se quedó a un voto.
La noticia de la victoria de Piña es una buena noticia. Según un análisis de Reforma, fue la ministra que más votó en contra de las polémicas decisiones del titular del Ejecutivo. Por lo tanto, todo parece arrojar que mantendrá una sana distancia de Palacio Nacional y mantendrá la autonomía del Poder Judicial.
No obstante, no debemos olvidarnos de Esquivel: que haya perdido la presidencia de la Corte no debe ser motivo para dejar de lado el escándalo del plagio de su tesis.
La ministra no sólo no ha renunciado a su cargo, sino que además se ha empantanado en una red de mentiras y pruebas absurdas que vuelven aún más turbio su caso.
Acusó al abogado Edgar Ulises Baez Gutiérrez, quien vive en condiciones precarias, de haberla plagiado, aunque todas las evidencias, incluso él mismo, han demostrado lo contrario.
De igual manera, se argumentó que, a través de una sospechosa carta escrita que apareció milagrosamente en el buzón de su asesora, el susodicho admitió su culpabilidad. Algo que, en una segunda entrevista con Eje Central, ya desmintió.
Este caso huele muy mal... y se va a poner peor.
Ojalá no se le dé carpetazo el caso y haya respuestas de Esquivel y su asesora. Eso es lo peor que podría suceder. El prestigio de la UNAM y de todas y todos sus alumnos y egresados está en juego.
Y todas y todos merecemos respuesta.