Morena se volvió como el doctor Frankenstein: no sólo revivió prácticas que se creían muertas, sino que las llevó a un nuevo nivel.
Acarreo, compra de votos, mapachismo electoral, intimidación, etcétera. etcétera, son algunas de las joyas que el partido guinda nos 'regaló' el fin de semana pasado en su elección interna para elegir a sus congresistas nacionales.
Esos comicios son importantes porque delinean el camino para la sucesión presidencial en 2024.
Sin embargo, lejos de haber sido un ejercicio democrático, fue un 'cochinero' donde se manifestaron las peores prácticas de la política todo para que las élites partidistas aseguraran un lugar en el Congreso Nacional.
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No cabe duda de que, con todos sus defectos, el Instituto Nacional Electoral (INE) es una bendición... ¿se imaginan unas elecciones federales sin un órgano confiable que las organice?
Sería el terror. La barbarie.
Los problemas de la elección interna surgieron desde antes de la jornada comicial. En los días previos hubo una 'rasurada' de militantes que aspiraban a ser consejeros nacionales, lo cual es una forma amable de decir que numerosos simpatizantes del partido fueron excluidos... por ser incómodos.
Si no pregúntenle al doctor Ackerman, quien a lo largo del sábado documentó y denunció las irregularidades del proceso.
Ni en una granja hay tantos cochinos.
Y presidenciables 'desfilan' durante la elección
Las corcholatas morenistas aprovecharon los comicios intestinos de Morena para sacarse la foto y placearse entre sus simpatizantes.
El caso más significativo fue el de Marcelo Ebrard, quien sorpresivamente se afilió al partido y participó en el ejercicio.
Mientras tanto, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto hicieron lo propio y difundieron ampliamente su participación en las elecciones.
¿Y Ricardo Monreal? El senador no sólo no participó en los comicios, sino que sus simpatizantes buscarán anularlo en el Tribunal Electoral al considerar que fueron unas 'olimpiadas del fraude'.