México quiso pasar desapercibido en la guerra entre Rusia y Ucrania. A escondidas y subrepticiamente, como el niño que no hace la tarea y espera que llegue el campanazo de fin de clases sin que la maestra lo recuerde.
Ambigua y tibia, como un café rebajado de mediodía, fue la política exterior mexicana, incluso hasta esquizofrénica, respecto al conflicto en Europa del Este.
Y no nos referimos a Marcelo Ebrard, quien, pese a todo, ha hecho una labor titánica para maniobrar entre posturas contradictorias desde el poder; el presidente Andrés Manuel López Obrador condena la guerra, pero no se mete con Rusia; mientras que el PT y Morena le dan un espaldarazo a Putin en San Lázaro.
La guerra cumple un mes (y un día). Las tropas del "emperador" de Moscú avanzan en suelo ucraniano entre cadáveres, humo y destrucción. Familias se desmoronan entre el ritmo de los bombardeos que destruyen todo su mundo. Su vida. Sus sueños. Sus esperanzas.
Y a miles de kilómetros, México entra "sin querer queriendo" a la guerra: por un lado, de manera loable, junto con Francia logró impulsar una histórica resolución en la Asamblea General de la ONU que exige a Rusia cesar la intervención militar en Ucrania, lo cual es uno de los momentos más relevantes en la historia de la política exterior mexicana.
Por otro lado, al mismo tiempo, Estados Unidos reveló que México ha sido el lugar ideal para que Rusia resguarde a elementos de su agencia de espionaje militar (GRU) con el objetivo de influir en las decisiones que toma su país.
Esto es una declaración fuertísima que no nos ha preocupado lo suficiente: ee acuerdo con lo denunciado por el jefe del Comando Norte de Estados Unidos, Glen VanHerck, la mayor parte de espías están desplegados en territorio nacional.
Es decir, durante años espías rusos han vivido entre nosotros. Y muchos de ellos se hacen pasar por influencers, amigos, vecinos, que en realidad defienden los intereses de Putin en territorio nacional.
Sobre todo es de destacar el tema de los influencers: en los últimos 4 años ha habido una fuerte presencia de personalidades rusas habitantes de México que, con un perfecto dominio del español y un estilo de vida superior e incluso ajeno al de la mayoría de las y los mexicanos, han dominado redes sociales como Instagram y TikTok.
Es bastante sospechoso, pues además de ejercer con todas las funciones típicas de un influencer (promover comida, lugares, viajes, destinos mexicanos) se dedican a defender o a matizar las decisiones de Putin y su gobierno.
Resulta atípico el brote de personalidades rusas en México que han surgido en redes sociales durante los últimos años y fuentes de la SRE confirman que hay cierta sospecha de que en realidad se traten de agentes pagados por el gobierno ruso para promover los intereses de Putin. Lo mismo sucede, de forma pública, con medios como RT y Sputnik, que abiertamente son medios estatales que promueven los intereses de Rusia.
Lo mismo que la BBC y CNN con los países occidentales, por cierto, pero ese es otro debate.
Además de los personajes de redes sociales, los espías rusos deben de tener nexos con personajes políticos de todos los partidos. Quizá sin que ellos, nuestras personalidades públicas, lo sepan.
Y están otros, como ciertos legisladores del PT y Morena, que no necesitan ser espías rusos ni tener nexos con ellos: solitos hacen la chamba... y generan problemas diplomáticos a México.
De verdad, basta con entrar a cualquiera de las redes sociales más populares para encontrarse con un cúmulo de personalidades rusas que, bajo la fachada de ser influencers, se mueven a lo largo de todo el país y promueven una idea de Rusia que en el último mes se ha desgajado entre los escombros de la masacre en Ucrania.