El AIFA ha sacado una de las peores facetas de ciertos sectores de la sociedad mexicana: el clasismo y el racismo.
El polémico Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles tiene puntos a favor y en contra. Puede ser cuestionado por diversos asuntos, como, por ejemplo, si realmente es la mejor opción para solucionar la saturación aeroportuaria de la Ciudad de México. O si realmente logrará generar lo más pronto posible una conectividad vial que permita su uso masivo.
Lo que no se vale, sin embargo, es criticar el proyecto debido a que personas, muchas de ellas de origen indígena y de escasos recursos, hayan acudido a la terminal aérea a vender todo tipo de objetos y comida de manera ambulante. Lo mismo que hacen cadenas como Starbucks... pero con los pies descalzos y sin el respaldo de una empresa global.
Al contrario, es de reconocer que la población acuda a la obra: los aeropuertos siempre han sido espacios elitistas, excluyentes y "hostiles" con aquellos que no tienen para pagar un boleto de avión... es decir, la mayoría de las y los mexicanos.
Una encuesta de Parametría realizada en 2017 señaló que 7 de cada 10 mexicanos jamás se ha subido a un avión en su vida, mientras que, en 2019, antes de la pandemia de COVID-19, la Asociación de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés) advirtió que los habitantes de México son entre los que menos viajan en el mundo: 0.7 viajes en avión por año, en promedio, mientras que en naciones como España lo hacen 4.4 veces en el mismo lapso.
Por lo tanto, lanzar descalificaciones como "central avionera" o comparar al aeropuerto con una "bodega", o poner en sus redes sociales memes de gente llevando cajas con guajolotes (estampa que es muy común en las terminales de autobuses del país) es una forma de insultar de manera directa a la mayor parte de la población mexicana.
Detrás de ese tipo de expresiones se esconde el mismo atavismo de la época del Virreinato respecto a que las personas pobres ensucian las calles y afean el paisaje.
Una cosa criticada del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) era su concepción elitista y enfocada en favorecer a una minoría del población, en un país donde casi nadie viaja en avión.
Por el contrario, uno de los aspectos positivos del AIFA es su búsqueda de impulsar el turismo nacional, interno. Incitar a que más mexicanos y mexicanas vuelen y conozcan su país.
A Santa Lucía se le pueden criticar muchas cosas, como el "relajo" que tienen en las señalizaciones y vialidades. Pero nunca por el color de piel y posición social de quienes lo visitan. De hecho, eso debería ser motivo de alegría: que los que menos tienen disfruten algo que siempre ha sido privilegio de los que más poseen.
Que sepan que el cielo no es el privilegio de unos pocos.