Virtu Tibus Mai Orum
Durante la expansión nazi en Europa, el régimen hitleriano estableció 25 mil campos de concentración y exterminio en los países ocupados. Hoy en día, se preservan algunos, entre ellos el de Dachau y Auschwitz, para mantener en la memoria la capacidad destructora del ser humano para mantener el poder.
El de Dachau, cerca de Múnich, fue uno de los primeros. Fue abierto en marzo de 1933 con el propósito de albergar a los enemigos políticos del régimen nazi.
En Berlín, también se preservan tramos del Muro que dividía las dos Alemanias, la capitalista y la comunista. Ahí hay elocuentes grafitis referentes a la libertad que muestran su rechazo al fascismo y al autoritarismo.
En uno de ellos, se encuentra la figura de Leonid Brezhnev, ex líder de la Unión Soviética plantando tremendo beso a Erich Honecker, dirigente de la desaparecida Alemania Oriental. El beso es la expresión simbólica de la solidaridad comunista, o es al menos, lo que se contaba.
La solidaridad y el régimen soviético cayeron el 26 de diciembre de 1991, pero desde el 9 de noviembre de 1989, en Berlín, la caída del muro mostraba que la errónea interpretación de las ideas de Carlos Marx en la esfera soviética llegaba a su fin. El nazismo y el autoritarismo soviético confirmaban que no hay régimen que cercenando libertades pueda ser preservado.
Sin embargo, el ser humano, necio, con baja capacidad de aprendizaje, hace caso omiso a la historia. Pandemias y guerras nos alejan del humanismo y de la solidaridad.
En Europa recorren nuevamente los vientos de guerra, y resurgen con fuerza, el odio, el racismo, la discriminación y el clasismo que son semillas del autoritarismo. Italia, Francia, Alemania, Austria, España, y en menor medida, Portugal, ven crecer las fobias alimentadas por la creciente migración, la inflación, la carestía y la disminución en las oportunidades de empleo.
Ni la preservación de los campos de concentración, ni los tramos de muro alegóricos a la división que provocó, son suficientes para arrancar de raíz el ansia de poder y sometimiento del ser humano. La codicia lo lleva al exterminio.
La avanzada de Putin hacia Ucrania y su amenaza de elevar la guerra al nivel nuclear nos empuja al túnel del tiempo que nos regresa 77 años en la historia.
El riesgo de una conflagración mundial es latente, y en tanto, los efectos de la guerra, ya se sienten en el planeta: el alza en los precios de los alimentos y de los energéticos. Su progresión es latente.
77 años después, una de las lecciones de Dachau es que no hemos aprendido nada. El odio, el racismo, la avaricia, la discriminación y el clasismo nos están conduciendo de nueva cuenta a una guerra global.
Lo peor es que, escalar el conflicto depende del ánimo de un hombre, y que países como Estados Unidos, no están interesados en terminar con la guerra porque su industria bélica se encuentra nuevamente en marcha. Sintomático es que las calles alemanas estén plagadas de grafitis con la leyenda: Fuck Biden.
Una de las lecciones de Dachau es que no hemos aprendido nada.
De la libreta
- La posibilidad de una guerra nuclear derivada del conflicto entre Ucrania y Rusia no puede ser descartada. El peligro proviene más de los Estados Unidos que de los rusos, así lo dice Michel Chossudovsky, profesor emérito de Economía de la Universidad de Ottawa y director del Centro de Investigación sobre la Globalización.
- De risa loca, las declaraciones de Ernesto Zedillo y Felipe Calderón en Europa. Acusan a los regímenes populistas de erosionar las “democracias” forjadas a través del tiempo. A Zedillo se le olvida que llegó al poder después del asesinato de su antecesor, y a Calderón que se convirtió en presidente después de una operación de Estado orquestada por su antecesor.
- El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, ha lanzado una puya. Abre la posibilidad de que un militar llegue a la presidencia, y la pregunta es: ¿Por qué no?
@HectorHerreraAR