El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el lunes que enfermó, otra vez, de COVID-19. La primera fue el 24 de enero de 2021.
Afortunadamente para él y el país, está completamente vacunado. El 20 de abril del año pasado recibió la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca, el 15 de junio la segunda, y el 7 de diciembre la de refuerzo.
A diferencia de hace un año, AMLO padece dolencias menores, como él mismo lo dijo en un videomensaje que se transmitió ayer durante su conferencia de prensa que fue conducida por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López: “Ardor en la garganta. Es como una gripa con ronquera. Un poquito de dolor de cuerpo al principio”.
Sus palabras seguramente tranquilizaron a sus seguidores y a quienes sin serlo deseamos que él y cualquier persona cuyas decisiones afectan la vida nacional gocen de buena salud física y mental.
Sin embargo, no solo minimizó las molestias que ha sentido esta vez, sino que de nuevo le restó importancia a la gravedad de la pandemia al señalar que “afortunadamente no vamos a necesitar hospitalizarnos ni vamos a sufrir con pérdidas de vidas humanas. Esto es distinto. Yo diría que este virus va de salida, ya se queda aquí nada más, no va a los pulmones”.
Con sus palabras, similares a las que han pronunciado los dos charlatanes que están a cargo de la Secretaría de Salud, el presidente seguramente intentó convencer a los millones que creen que todo lo que dice es cierto, de que la pandemia ya no es un problema grave, que hay que dejar de ser exageradamente cuidadosos para no contraer la enfermedad, que, a fin de cuentas, como también lo dijo, para “la gran mayoría de las personas vacunadas la variante ómicron es un ‘covidcito’…”.
Los científicos serios, no los que asesoran a Andrés Manuel, están de acuerdo de que ómicron es menos letal que el original coronavirus SARS-CoV-2 y su variante delta; sin embargo, jamás se atreverían a restarle importancia calificando como un “covidcito” a la enfermedad que causa.
AMLO afirma que para “la gran mayoría de las personas vacunadas” la nueva variante no representa un peligro grave, pero pretende ignorar el hecho de que hasta hace una semana solo el 56.1% de la población mayor de 18 años había recibido las dosis completas de una vacuna anticovid, que el 6.8% solo había recibido una de dos dosis y que el 37.1% no había sido vacunada, lo que significa que el 43.9% está en riesgo de enfermar leve o gravemente y hasta de morir. Las molestias leves similares a las suyas usualmente se dan en quienes han recibido la dosis completa. Mejor aún si han recibido la de refuerzo, que desde diciembre pasado ha sido aplicada a quién sabe que porcentaje de los mayores de 60 años.
El presidente también minimiza que desde el 3 de diciembre, cuando se detectó el primer caso de contagio por ómicron, hasta ayer, 5984 personas en nuestro país habían muerto de COVID-19, un número que es 179.1% mayor que el total de homicidios dolosos que se perpetraron en noviembre pasado.
AMLO minimizó la gravedad de la pandemia desde que empezó y lo sigue haciendo pese a que durante su gobierno han muerto de COVID más de 554 mil personas. La historia no lo absolverá por haber tomado una decisión anticientífica y populista.
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