El obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel, quien fue reportado como desaparecido y luego lo hallaron en un hospital de Morelos, informó que no presentará ninguna denuncia en contra de sus agresores.
"En ejercicio de mis derechos constitucionales, no presentaré ninguna denuncia contra las personas que tanto mal me han hecho", afirmó en un comunicado.
Asimismo, dio su perdón a quienes le hicieron daño, y explicó que su decisión es por el bien de su seguridad e integridad física y moral.
"Con todo mi corazón perdono a todas las personas que me han hecho daño por los daños de los que he sido víctima, así como a aquellos que me han revictimizado producto de la desinformación", dijo.
El caso del obispo de Chilpancingo, Salvador Rangel
Se prendieron las alertas el pasado 29 de abril, luego de que reportaron la desparición del obispo de Chilpancingo, quien semanas antes participó en la tregua existente entre los grupos criminales de Guerrero Los Ardillos y Los Tlacos.
Horas después de la denuncia, hallaron con vida a Salvador Rangel en el hospital 'Dr. José G. Parres' de Cuernavaca, Morelos, y desde entonces, el miembro de la iglesia católica no había hecho declaraciones públicas sobre su desaparición.
En un principio, la Fiscalía General de Justicia de Morelos apuntó a que todo se trató de un secuestro y robo, pero después la investigación dio un giro.
Y es que antes de llegar al hospital, el obispo entró voluntariamente a un hotel de Cuernavaca en compañía de una persona del mismo sexo, según reportes de José Antonio Ortiz Guarneros, comisionado de Seguridad Pública de Morelos.
Además, la nota de ingreso al hospital detalla que el religioso llegó con deterioro neurológico a expensas de estupor, sin pertenencias y con un blíster de dos pastillas de sildenafil, mejor conocidas como Viagra y que es prescrito a personas con disfunción eréctil o hipertensión arterial pulmonar.
Por esta situación, Ramón Castro, obispo de Cuernavaca y secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano, acusó al Gobierno Federal de manipular el caso de su compañero y José de Jesús González Hernández, obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, señaló que Rangel “está muy mal, trataron de desaparecerlo del mapa”, pues indicó que tiene golpes en el cuerpo.