El Partido Revolucionario Institucional prende una velita más al pastel... pero no en un ambiente del todo festivo: se dirige a su primer siglo de vida en medio de una de las peores crisis políticas de su larga historia.
Fundado el 4 de marzo de 1929, el tricolor cumple 95 años sin tener, por primera vez en su existencia, un candidato presidencial emanado de sus filas, además de que sufre deserciones masivas, desprestigio ciudadano y llega, de manera inédita, a unos comicios presidenciales aliado con su 'enemigo' histórico, el PAN, institución política que surgió como respuesta al cardenismo.
Durante la mayor parte del siglo XX, el PRI fue el dominante en la política mexicana, ocupando la presidencia de la República sin interrupción desde 1929 hasta el año 2000. Esta etapa, se caracterizó por una combinación de estabilidad política, crecimiento económico y una autoridad política centralizada. Sin embargo, desde 1968, comenzó el principio del fin: las demandas de democratización y mayor pluralismo político, ideales heredados del movimiento estudiantil, que se intensificaron en la década de los 80 y 90, culminaron en la pérdida de la presidencia en las elecciones del 2000.
En la actualidad, el Revolucionario Institucional enfrenta una serie de retos significativos. La principal de ellas, el obradorismo y Morena, que han marginado su influencia dentro del espectro político mexicano. Segundo, el PRI lucha con su propia identidad y percepción pública; las acusaciones de corrupción y el desprestigio han mermado su apoyo popular. Estos factores, combinados con un cambio generacional en el electorado que demanda nuevas formas de hacer política, plantean interrogantes sobre el futuro del partido.
Este año, además, se cumplen 30 años del asesinato de Luis Donaldo Colosio, uno de los eventos definitorios del partido, en un contexto electoral en el que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador busca revivir el caso para dar una nueva versión de los hechos.
¿Cuál es la historia del PRI?
El PRI comenzó como un esfuerzo por consolidar la paz y reconstruir el país después de la turbulencia de la Revolución Mexicana (1910-1920). Plutarco Elías Calles, uno de los líderes políticos más influyentes de la época y presidente de México entre 1924 y 1928, fue instrumental en la creación del partido. Bajo su liderazgo, el PNR funcionó inicialmente como una coalición de fuerzas revolucionarias, buscando la estabilidad política y promoviendo la reconstrucción nacional.
En 1938, durante la presidencia de Lázaro Cárdenas, el partido se transformó en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), marcando un paso decisivo hacia la institucionalización de la revolución. Cárdenas implementó políticas significativas, como la expropiación petrolera y la reforma agraria, consolidando el apoyo popular y la base ideológica del partido.
Finalmente, en enero de 1946, el partido adoptó el nombre de Partido Revolucionario Institucional, reflejando su papel como la entidad que institucionalizaba los ideales de la revolución mexicana y sus tres sectores principales: el campesino, el obrero y el popular. Miguel Alemán, primer presidente posrevolucionario en no ser de origen militar, fue también el primer titular del Ejecutivo del PRI en su conformación actual.
La mayor parte del siglo XX, el PRI mantuvo una hegemonía política casi ininterrumpida en México, gobernando el país durante 71 años consecutivos, desde 1929 hasta el año 2000. Esta era a menudo se caracteriza por una práctica conocida como "el dedazo", mediante la cual el presidente saliente seleccionaba a su sucesor, asegurando la continuidad del partido en el poder. A veces, incluso, sin oposición, como José López Portillo, que venció en las urnas sin ningún rival.
A pesar de sus logros en términos de estabilidad política y crecimiento económico, especialmente durante el "Milagro Mexicano" en las décadas de 1940 a 1960, el partido también enfrentó críticas y desafíos. Las acusaciones de corrupción, autoritarismo y la represión de movimientos disidentes, como la masacre de Tlatelolco en 1968, mancharon su reputación.
La pérdida de poder... y el nuevo PRI
Nada es para siempre, ni la vida misma.
La hegemonía del Revolucionario Institucional se vio interrumpida en el año 2000 con la elección de Vicente Fox del Partido Acción Nacional (PAN), marcando la primera alternancia en el poder en la historia moderna de México. Este cambio fue visto como un avance significativo hacia la democracia política en México.
Sin embargo, el partido demostró su resiliencia al recuperar la presidencia en 2012 con Enrique Peña Nieto, bajo el mantra de ser un nuevo PRI; sin embargo, su mandato estuvo igualmente plagado de controversias. La corrupción y los problemas de seguridad pública continuaron siendo puntos críticos para el gobierno priista.
El escándalo de la Casa Blanca, la corrupción de gobernadores como Javier Duarte y la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014 fueron la gota que derramó el vaso... que culminaron con la arrolladora victoria por más de 30 millones de votos de Andrés Manuel López Obrador en los comicios presidenciales de 2018.
¿El PRI desaparecerá en 2024?
El PRI no morirá pronto... pero ya agoniza.
Seis años después de la victoria de AMLO, el Revolucionario Institucional, dirigido por el polémico 'Alito' Moreno, sufre una crisis de identidad y de militantes. Ha tenido desbandadas masivas de sus principales cuadros, quienes han decidido sumarse a otros proyectos políticos, como el del obradorismo. Exgobernadores como Alejandro Murat y Eruviel Ávila, por ejemplo, ahora apoyan a la abanderada del oficialismo, Claudia Sheinbaum, mientras que otros, como Omar Fayad, han sido premiados por el Gobierno con embajadas en el extranjero.
Otras figuras fuertes del priismo, como el exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y la excanciller Claudia Ruiz Massieu, rompieron de manera directa con el partido, tras sufrir un jaloneo con su dirigente actual. Por si fuera poco, el partido se ha quedado sin bancada, en los últimos años, en estados como Sinaloa, Hidalgo y Puebla.
El Revolucionario Institucional, ahora, cumple 95 años sin tener un candidato presidencial emanado de su militancia. La actual abanderada al Ejecutivo federal, Xóchitl Gálvez, que es un perfil ciudadano, es más cercana al PAN que a ellos.
Llega, además, gobernando sólo dos estados: Durango y Coahuila. Entre 2012 e inicios de 2013, el PRI estaba en la cima: tras la elección federal donde ganó Enrique Peña Nieto, el partido gobernaba 20 de las 32 entidades del país. 21 si se cuenta a Chiapas de su aliado de en ese entonces el Verde.
Cuando 'Alito' asumió la presidencia tricolor, el partido aún conservaba 12 entidades: Oaxaca, Zacatecas, Sonora, Campeche, Sinaloa, Hidalgo, Estado de México, San Luis Potosí, Coahuila, Colima, Guerrero y Tlaxcala. De todas esas, sólo retuvo una, Coahuila, y recuperó otra, Durango.
El PRI no desaparecerá en los comicios de este año. De acuerdo a la encuesta más reciente de El Financiero, el 9 por ciento de la población está dispuesta a votar por el partido para la Cámara de Diputados, es decir, por encima del 3 por ciento que requiere la ley para mantener el registro.
Sin embargo, el tricolor ya comienza a agonizar... ve a la Parca cercana. Por lo que es probable que, si no corrige el rumbo, las elecciones intermedias o las siguientes elecciones presidenciales, las del 2030, marquen el final de un partido con 100 años de historia.
Eso sin contar que quizá haya sorpresas por el caso Colosio.