Ante la crisis hídrica que enfrenta algunas zonas del país, el Gobierno Federal anunció que buscarán llevar agua a la Ciudad de México y al Estado de México proveniente de Hidalgo y de la zona donde está el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) a través de la perforación de pozos, medida conocida como “fracking”.
“Para que tengan una idea, el Aeropuerto de la Ciudad de México tiene 500 hectáreas, el Felipe Ángeles tiene 3 mil 500 hectáreas, y la base aérea tenía como 2 mil 200 hectáreas; ahí se están perforando pozos, esa agua va ayudar; y lo otro es un acuerdo con el Estado de México, con Hidalgo, para aumentar el aporte de agua, y lo otro es la reparación de fugas”, explicó el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su conferencia de prensa del pasado 14 de febrero.
Según la Sociedad de Ingenieros del Petróleo de Estados Unidos, la técnica conocida como “fracking” es un paso en el proceso de terminación de un pozo petrolero, en el cual, una mezcla de agua y otros materiales es bombeada a alta presión dentro del pozo para crear de manera controlada una red de fracturas en un yacimiento.
Días después de las declaraciones del titular del Ejecutivo Federal, el pasado 20 de febrero, diversas organizaciones civiles presentaron más de 90 mil firmas ante el Senado de la República para pedir que se prohíba a nivel constitucional el "fracking" y, en especial, el uso de agua para estas prácticas.
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Cabe mencionar que, en 2011, Francia fue el primer país del mundo en prohibir la técnica. Unos años más tarde se sumaron Alemania, Bulgaria, Italia, Suiza, República Checa.
Beatriz Olivera, integrante de la Alianza Mexicana Contra el Fracking (AMCF), advirtió en conferencia de prensa que su mayor preocupación son “las grandes cantidades de agua que se utilizan para esta práctica”, pues señaló que se ocupan entre 9 y 29 millones litros de agua para cada pozo que se perfora con esta técnica.