Un golpe seco en la casa de Jorge Adrian Salazar lo hizo despegarse de sus estudios. “Yo creo que alguien pasó y pateó el zaguán”, le dijo a su esposa. Nadie estaba en la puerta. El estruendo vino del volcán Popocatépetl a unos 25 kilómetros de San Jerónimo Tecuanipan, un municipio que ha quedado aislado por la ceniza tras su última erupción.
El Popocatépetl no sólo se escucha, se siente en el cimbrar del suelo con su actividad, en las ventiscas heladas por la nube volcánica que impide la entrada del sol y en el ardor de los ojos al salir a la calle.
“Estamos preocupados por el volcán, pero lo que realmente está preocupando hoy es que no se sabe absolutamente nada de qué hacer en caso de que haga erupción”, comentó
El golpe en el zaguán fue sólo uno de los eventos que Adrián y sus vecinos han vivido en los seis años de residencia que tiene cerca de “Don Goyo”, como apodan al volcán, aunque “jamás habían vivido una experiencia tan continua”.
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Desde el pasado 20 de mayo, la actividad del Popocatépetl ha mantenido las alertas en Amarillo Fase 3, es decir, muy cerca de la evacuación inminente. Y, sin embargo, los grupos comunitarios en redes sociales se llenan de familias que no saben “ni a dónde correr” en el peor escenario.
Hasta ahora, el contacto ha sido bilateral: la comunidad y el Popocatépetl, con autoridades ajenas a un poblado inundado en ceniza, con comerciantes frenados y cosechas bañadas en polvo que podrían perderse.
A 32 kilómetros de “Don Goyo”, el panorama es muy diferente. En Cholula, Puebla, Jesús y su familia siguen los protocolos. El 22 de mayo, la Guardia Nacional realizó un simulacro de evacuación en caso de un escenario peor.
“La gente de tantos años ya sabe cómo actuar (...) yo creo que también nos trae tranquilidad (el simulacro) en ese aspecto”, comentó.
Sellados en ceniza: más cerca del 'Popo', menos apoyo
Mientras para Jesús “no es tan común” la caída de ceniza, en San Jerónimo Tecuanipan, el quinto pueblo más cercano al Popocatépetl, las calles, los patios, las escuelas y los autos están sellados de una capa gruesa de ceniza que hay que barrer y quitar porque volverá a caer.
“Hoy, por ejemplo, no estaba nublado, sino que había tanta ceniza en todo el ambiente que no permitió que el sol saliera”, explicó Salazar, quien es profesor de trompeta en géneros como el regional mexicano, la salsa o la cumbia.
Sus clases eran presenciales, con la pandemia fueron en línea y ahora con la actividad volcánica vuelve a lo digital. La lluvia se convierte en una bendición de limpieza, baja la ceniza y la arrastra a la barranca, aunque más tarde regresa por montones y no todos podrán enclaustrar su trabajo.
“Los puestos comerciantes, aunque se sigan poniendo, la tierra te la estás comiendo”, explicó. “Hay mucha menos gente, las calles están tapizadas entonces llega un ventarrón y completamente se te mete a los ojos, te queda en la cara y si traes comida te la va a llenar de tierra”.
En San Jerónimo Tecuanipan se planta amaranto y cebolla, pero, en otras zonas de Puebla, el durazno también se cosecha. La ceniza fertiliza la tierra, aunque en los cultivos “los frutales se queman y no se desarrolla el fruto”, informó el canal Sin Ruta dedicado a la difusión del sector agrícola en México.
También hay quienes se dedican al “monte”, donde se sacan piedras de cerros y montañas cercanas para la construcción. Ambos sectores permanecerán en pie de labor hasta que la evacuación sea inminente con tal de no frenar su propia economía. En eso coinciden tanto Jesús como Jorge.
¿A dónde ir si explota el Popocatépetl?
En lugares como Cholula o San Nicolás de los Ranchos las rutas de evacuación han quedado trazadas. Pero en Tecuanipan dos escenas preocupan a los habitantes: ¿Qué hacer si explota el ‘Popo’? y ¿Cómo evitar que frene el flujo económico?.
“No hay apoyo de ninguna autoridad en ninguna parte de los municipios”, aseguró el profesor. “En el 2008-2009 hubo una explosión muchísimo más alarmante, pero solamente fue una y hubo desalojo luego, luego por parte de Protección Civil, pero esta vez no hay absolutamente nada”.
Vecinos y vecinas no saben a dónde ir, explicó Salazar. Se contactan unos con otros por redes sociales para compartir el estado del volcán o alguna recomendación en caso de que haga erupción. Pese a la presión colectiva para que abandonen el pueblo, para muchos de ellos dejar todo por lo que han trabajado no es una opción.
“El flujo económico cambiaría completamente para toda la pobreza de la gente que realmente vive al día", explicó. “No es tan fácil para ellos tomar una decisión ¿De qué van a vivir?”.
Sin embargo, algunas familias como la de Jorge han comenzado a hacer su propio plan de evacuación.
“Una tía tiene una casa en Cuautlancingo que nos hizo favor de prestarnos para al menos llevar nuestras cosas, entre valioso y papeles de seguridad”, señaló.
El plan está sellado. Si el volcán Popocatépetl llega a una erupción crítica. Jesús y su familia dejarán su casa, tomarán a sus animales y dejarán atrás su pueblo aislado por la ceniza y desatendido por el gobierno.