Miles de retratos de rostros inundaron el centro de la Ciudad de México este 10 de mayo, las familias de esas miles de personas tomaron las calles el Día de las Madres para exigir que les devuelvan a sus hijos e hijas desaparecidos hace uno, dos, cuatro, diez o más años. Nadie sabe dónde están, ni siquiera las autoridades que se comprometieron a buscarlos.
Bajo el pleno rayo del sol, personas de varios estados de la República se dieron cita en el Monumento a la Madre para bendecir la marcha con el padre Raúl Vera, un obispo que se ha dedicado a apoyar a las familias de desaparecidos en México desde hace años.
“Que el viento juegue en tu espalda, que el sol ilumine tu cara, que la lluvia caiga suave en tus campos hasta volverte a ver”, entonaron antes de comenzar la marcha con rumbo al Ángel de la Independencia.
Madres de Chihuahua, Coahuila, Guerrero, Jalisco, Guanajuato y otros estados mexicanos caminaron por el Paseo de la Reforma con el rostro de sus familiares. Algunas personas llevaban incluso más de una foto consigo, dos o tres personas que les faltan en su vida.
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Alicia Trejo llevó a la marcha una camiseta blanca con mangas azules y una gorra con los mismos colores, en las dos trae, grande para que se vea, la foto de un joven: Francisco Alvabera Trejo, su hijo que desapareció en Metro Pantitlán el 26 de marzo de 2012.
“Estoy aquí porque lo amo”, dijo a Grupo Fórmula. “Exijo al gobierno que busque a nuestros hijos y que nos dé protección, no es justo que nos estén matando por buscar a nuestros hijos”.
Recordó a Cornelia Guevara, quien fue asesinada en 2016 en Tecámac, Guerrero. Cuatro años después de comenzar una ardua búsqueda por su hijo Oswaldo Espejel Guevara, de 35 años al momento de su desaparición.
El panorama no ha cambiado mucho, en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) 8 madres buscadoras han sido asesinadas solo por buscar justicia y verdad sobre lo que sucedió con sus hijos.
Entre las cientos de familias está la de José Luis Castillo. Su ropa, y la de su esposa, apenas se ve por un costado del enorme cartel que se colocaron encima con la foto de su hija Esmeralda Castillo Rincón, quien desapareció el 29 de mayo de 2009 en Ciudad Juárez, Chihuahua.
“No puede ser posible que con más de 100 mil desaparecidos en la República Mexicana, nuestro Gobierno Federal siga indolente e inhumano”, expresó.
Su esposa, por otro lado, señala que las autoridades no han avanzado en el caso de su hija. “No ha habido nada de avances, las autoridades no quieren hacer su trabajo”, dijo.
En medio de la marcha se oye “el 10 de mayo no es de fiesta, es de lucha y de protesta”. Lo dicen jóvenes, personas adultas y hasta infancias, que en medio de las pancartas alzan una foto de aquel familiar que sigue desaparecido.
“Tengo 15 años y vengo a buscar a mi abuela”, explica Miguel Ángel mientras alza una lona con la foto de una mujer de tez clara y cejas escasas. “No me abandones, sigue buscándome, por ti estoy viva”, se lee en el texto que la acompaña. Y tal cual, su motivación es seguir buscando a su abuela.
Avanzando por el Paseo de la Reforma, las fotos no dejan de pasar, no hay forma de mirarlas todas porque no vienen una tras otra, vienen cinco, diez o hasta 20 personas en un sólo cartel de búsqueda.
Desde Guadalajara, Jalisco, Martha Wens viajó a la Ciudad de México. “Mi hijo salió a surtir tenis y no me ha regresado”, contó. Se refiere a Sebastián González Wens que lleva un año y siete meses desaparecido.
“He cruzado fronteras, le he rasguñado las entrañas a la tierra, he buscado a mi hijo por cada rincón del estado, no pierdo la esperanza”, dice con la foto de Sebastián en su playera.
Protesta también por aquellas madres que no pueden ir a la marcha, que son muchas, más de las que se presentaron en la capital. La tragedia humanitaria de la desaparición ya cobró más de 100 mil víctimas en México, según los registros oficiales, y muchas más según los colectivos de búsqueda.
Irma Antonia Ortega también vino desde Chihuahua a pedir que le entreguen a su hijo Manuel Aguilar y a su esposo Amador Aguilar, quienes siguen desaparecidos desde 25 de septiembre del 2021, su vida ha sido de mucha desesperación y angustia, pero aún así mantendrá su búsqueda.
Alrededor de las 11:00 horas, las familias llenaron las escalinatas del Ángel de la Independencia y abrieron el micrófono para contar las historia, mientras las consignas no dejaban de escucharse.
“Mamita, escucha, tu hija está en la lucha”, ”hijo, escucha, tu madre está en la lucha”, “sobrino, escucha, tu tía está en la lucha”, cualquier variante se gritaba igual de fuerte, igual de cansada de un país donde pocos son encontrados, vivos o muertos.
Edaneli Reyes asistió a la marcha en silla de ruedas. Se quedó justo antes del primer escalón del Ángel de la Independencia. “¿Dónde estás?” dice la playera con el rostro de su hermano Jesús Armando Escobar, desaparecido el 19 de noviembre de 2019.
“Yo antes caminaba bien, pero por andar en la búsqueda de mi hermano me fracturé mi cadera y ya no puedo caminar bien”, relató. Las investigaciones de su hermano desaparecido, como las de todos los casos citados, están estancadas, no hay indicios, no hay avances, casi parece que se esfumaron para un Estado que no los puede encontrar.