Han pasado cinco días de labores en Turquía y el equipo mexicano de rescatistas se resiste al cansancio y al frío; la motivación de ayudar es el principal motor que empuja al personal de la Secretarías de la Defensa Nacional, de la Marina Armada de México y de la Cruz Roja Mexicana.
El tiempo es oro, cada minuto cuenta y no hay horario para salvar vidas, el campamento de México duerme entre escombros, fierros retorcidos, polvo y tierra; entre el olor a muerte y la esperanza de la vida.
Las temperaturas alcanzan los catorce grados bajo cero y las máquinas, cámaras y baterías comienzan a desgastarse.
A la hora de esta videollamada, una parte de los militares, marinos y socorristas mexicanos descansa, sonríe, saluda, por la noche descarga las emociones.
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“Platicamos con los compañeros, en la parte de apoyo psicosocial , tenemos sesiones nocturnas de descarga de emociones, todo lo que se ve aquí no se ve todos los días en ninguna parte. Las condiciones dificultan de sobremanera en idioma, clima, cansancio, pero todo el personal estamos estables, bien, animosos, cada que se puede salir, salimos”, comenta Marco Franco, subcoordinador Nacional de Socorros de la Cruz Roja Mexicana.
La estabilidad se nutre con los minutos de trabajo. No hay tiempo que perder; con esta idea presente, alguien llega al campamento y pide ayuda.
“Mandamos a Balam y Edgar, Balam dio un resultado positivo, marcó que había vida ahí y después iniciaron los trabajos. El trabajo final concluyó 24 horas después con el rescate de la persona con vida”, detalla Franco.
Balam, uno de los 16 perritos rescatistas que viajaron a Turquía, tiene cuatro años y ya ha salvado vidas entre los escombros. Pero lo que es la vida: hace apenas dos años, el perro se debatía entre la vida y la muerte, ya que fue envenenado con salchichas.
Sin embargo, el Border Collie logró salvar la vida, pero su papá no corrió con la misma suerte. Athos, quien también era perro rescatista, falleció por el veneno y se le recuerda como el héroe que localizó con vida a siete personas tras el sismo del 19 de septiembre en la Ciudad de México.
Athos, Balam y su manejador, Edgar Hernández, son ya parte de la mejor cara de México.
Y por ello, Edgar lanza una petición:
“No hay otra forma que situaciones cómo estás dónde hay personas que lo pierden todo y de cierta manera un perrito puede ser una luz en ese sufrimiento, lo vale, y eso nos motivó a pesar de la tristeza y mala acción. Espero que sí, porque Hay muchos colegas nuestros que luchan día a día por la especialidad de los perros en México.
Espero que igual que en otras situaciones, vean la especialidad, vean qué hay compañeros que no son humanos o personas y hacen la diferencia, eso les da un lugar especial”